Por…  Beatriz De Majo C.

La constatación de que en el año 2009 China comprometió recursos frescos en inversiones en los Estados Unidos por 5.000 millones de dólares ha dejado estupefactos a los analistas de los fenómenos bilaterales. Este abultado monto no comprende adquisición de valores o de deuda americana, tampoco de inmuebles. Estamos hablando de inversiones en el sector industrial y de servicios, es decir aporte de capitales reproductivos. Y lo más llamativo del asunto es que en los 4 años anteriores el promedio anual de inversiones directas del país asiático en Norteamérica no superaba los 500 millones. Una sola explicación se encuentra al origen de este crecimiento exponencial de la apuesta productiva china en la economía americana y es el intenso aprovechamiento de las facilidades y estímulos que el gobierno americano está otorgando a las inversiones foráneas en ciertos estados de la unión.

Hasta el presente ha sido una verdad irrefutable que la mayor ventaja competitiva de China es el bajísimo costo de su mano de obra y ello no ha dejado de ser cierto.

Mientras un obrero de línea en las empresas tecnológicas chinas en Estados Unidos gana 10 a 12 dólares la hora, en la misma empresa en suelo chino un trabajador nativo no calificado apenas costaría 2. Pero es el caso que en algunos estados americanos interesados en atraer inversiones, una firma china con más de 10 trabajadores puede calificar para un crédito estatal laboral de hasta 1.500 dólares por obrero. La cercanía física de los clientes finales reduce significativamente costos e impuestos, como los aduaneros, lo que puede transformar el producto fabricado en USA en más competitivo que el producido en Asia.

Y, la disponibilidad de energía confiable y el bajo costo comparativo de la tierra son otras de las ventajas buscadas por las empresas manufactureras chinas. Todo ello sin contar con que, debido a la política oficial de internacionalización de las inversiones practicada en su país de origen, estas empresas logran conseguir financiamiento doméstico chino hasta del 30% del capital inicial al invertir en suelo americano.

Total, que la sumatoria de los estímulos chinos a sus inversionistas allende los mares y las facilidades otorgadas por el país receptor están funcionando en el sentido de reducir considerablemente los costos y el resultado es tal que, por ejemplo, en Carolina del Sur, ya las empresas chinas han hecho apuestas por 280 millones de dólares y creado 1.200 puestos de trabajo. Y en Texas, en una sola planta china de construcción de tuberías se espera emplear 600 tejanos.

El fenómeno de la invasión china es tan potente en algunos lugares que ha provocado el surgimiento de empresas de servicios sociales para ayudar a los asiáticos a asumir las costumbres del lugar y a los lugareños a lidiar con los usos de los inmigrantes.

Lo que estamos por ver en los años por venir son inversiones crecientes del gran dragón asiático fuera de sus fronteras, particularmente en los entornos en los que encuentran un ambiente favorable a sus resultados. En este instante Estados Unidos es la meca. 1.200 inversiones chinas ya han sido autorizadas allí por el gobierno chino sin contar con las que puedan haber llegado desde Hong Kong.

Suerte en sus inversiones…