Vivimos en un mundo intoxicado por la información, más veces interesada y falsa que real.

Esta hipersaturación de datos económicos, macroeconómicos y políticos son “fabricados” y dosificados inyectándose en los medios de comunicación según convenga a los intereses de determinados grupos económico-políticos.

A las Bolsas las mueven los poderes económicos siempre compinchados con el poder político. Ellos hacen los ciclos económicos, fabrican las crisis y ponen de moda o enriquecen a determinados países. Ahora mismo están muy interesados en que crezcan Brasil y China.

En la Bolsa existen tres arquetipos de inversores que representan con sus distintas formas de operar al grueso de los participantes en los mercado.

Estos son: El jugador, el especulador y el inversor.

Un jugador es quien compra acciones de una empresa que está en suspensión de pagos por si “suena la flauta” y saca una buena tajada. Aquí no prima la racionalidad, ni los datos fundamentales. De estos, hay a millares en las Bolsas de todo el mundo.

Muchos de los jugadores bursátiles españoles están atrapados en DOGI y en La Seda simplemente porque no tuvieron la precaución de no comprar acciones de empresas con problemas, como lo son las dos nombradas y haciendo caso omiso de la crisis actual.

La ludopatía está más extendida de lo que se cree por los parqués. La gente juega a la Bolsa, ¡o a lo que sea!, solo por el afán de acertar. Y si un día consigue el “premio gordo” lo volverá a meter en los mercados hasta perderlo.
Ejemplo de jugador bursátil fue Jesse Livermore, que murió arruinado después de ganar varias fortunas en Bolsa.

Un especulador es el que solo trata de obtener un beneficio la más de las veces lo más rápidamente posible y sin importarle nada más de la Sociedad de la que compra acciones, a no ser su tendencia bursátil y su momento para entrar y salir del valor.
Hay especuladores que viven muy bien de su trabajo o afición, muy pocos logran el éxito y la gran mayoría no llega a ninguna parte.
Ejemplo de especulador sería George Soros.

Un inversor es el que estudia detenidamente una empresa, su sector, sus cuentas y sus posibilidades de crecimiento. E invierte su dinero esperando rentabilizarlo a medio-largo plazo.
Este espécimen es el que menos abunda y ahora mismo parece totalmente desaparecido visto lo visto con determinados valores cuyos beneficios son crecientes, en sectores de casi monopolio, todo dentro de un mundo muy competitivo y en crisis.
Ejemplo del inversor puro es Warren Buffet.

Realmente lo ideal de cualquier compra bursátil es que se rentabilizase lo máximo en el mínimo tiempo. Aunque todos sabemos que esto ocurre en las mínimas veces.

Tanto los jugadores, como los especuladores y por supuesto los inversores, son necesarios en los mercados. Todos ellos aciertan y se equivocan en su operativa.

Curiosamente, cada uno de los tres arquetipos se cree en el lado correcto del mercado y despreciará a los otros dos considerándolos erróneos. 

El participante en los mercados debe elegir siempre la practica bursátil que mejor se adapte a su personalidad y con la que, ¡lógicamente!, mejores resultados obtenga. Todo lo demás son tonterías, gráficos e inútil coña marinera.

Si usted se identifica con alguno de estos tres arquetipos, piense que tanto da el sistema utilizado para participar en los mercados, ¡solo sus resultados!.

Saludos y suerte en las inversiones.