Por…  Beatriz De Majo C.

El sector constructivo e inmobiliario es el principal motor del crecimiento de la economía china. De allí que su dinámica actual y su suerte futura sea un tema de vigilancia y de planificación detallada para el gobierno de la nación asiática. Su comportamiento, sin embargo, ha sido inestable, incluso errático.

Los precios de la finca raíz escalaron verticalmente cuando el gobierno inició un programa de estímulo a la economía en medio de la crisis del 2008. Parte del incremento se debía a recién estimulada demanda. Otra buena parte tenía que ver con especulación. La administración gubernamental comenzó por apretar las tuercas a estas prácticas y terminó por imponer tasas de interés que hacían menos lucrativo el negocio y menos fácil la compra. Más adelante el gobierno pidió a las regiones eliminar la facilitación y el subsidio de las operaciones inmobiliarias y recientemente ha terminado por conseguir que los precios se detengan e incluso que desciendan.

Sin embargo, dada la inmensa gravitación del sector en la bonanza china, los pasos del gobierno en este año, para conseguir regularizarlo, se están dando con pies de plomo. Para el ciudadano común la preocupación es otra: se trata más bien de monitorear esta actividad productiva de manera de adquirir su inmueble en el momento de los más bajos precios y, sobre todo, antes de que el gobierno establezca políticas que los hagan subir.

En meses como el de marzo de este año, las ventas de inmuebles en ciudades como Beijing, Shanghai, Shenzhen and Guangzhou crecieron 17%. Para el comprador especulativo este tiovivo es una práctica gubernamental susceptible de provocarle ingentes ganancias o desastrosas pérdidas. Y ello no es algo por lo que siente apego el inversionista chino.

Es así como la decisión reciente de Beijing de abaratar el costo de lo inmobiliario para activar la economía en su conjunto de cara a la nueva crisis europea, está empujando a un buen número de los inversionistas individuales a colocar sus economías allende los mares.

Esta semana la Asociación Nacional de Agentes inmobiliarios de Norteamérica reportó que China y Hong Kong se convirtieron en el segundo grupo de compradores externos de viviendas en los Estados Unidos detrás de Canadá, quien ocupa el primer lugar. Los 9 billones de dólares en compras que se registraron en un año -de marzo a marzo- incluían un incremento de 23%, y un 88% con respecto a las compras del año 2010. Desde el inicio de este año, el ritmo de compras ha sido frenético en operaciones que van desde 1 millón de dólares por una unidad inmobiliaria hasta trofeos de 20 millones.

Todo ello es indicativo de que es el chino acaudalado el que ya no encuentra estímulo o estabilidad suficiente dentro de su propio mercado y a quien le parece más verde la grama en la ciudad de Nueva York. No es hacia este ciudadano, evidentemente, hacia quien se dirige la política de enfriamiento inmobiliario impuesto desde Beijing, pero este fenómeno exponencial es elocuente en cuanto a la búsqueda, de parte de sus ciudadanos, de un ambiente seguro dónde invertir sus excedentes de cash de manera eficiente, segura y sólida.

Suerte en sus inversiones…