ELEMENTALES DEL FUEGO
Al penetrar en las regiones del fuego, entramos en un extenso territorio, que tiene que
ver con el desenvolvimiento del hombre, más de lo que íéste se da cuenta. Del fuego obtenemos
la fuerza directriz que moldea y conduce a una norma más elevada de iluminación espiritual.
Esta fuerza puede, en forma intermitente, guiar y controlar el bienestar de una nación;
actúa más con masas que con individuos. El estudiante sincero nada tiene que temer, si llega a
ponerse en contacto con esta fuerza; porque ella pone armonía en el mundo. Se ha de saber,
sin embargo, que no hablamos del aspecto físico del fuego, sino de su contraparte superior;
estos señores pueden hacer que el estudiante pase la prueba de enfrentarse consigo mismo;
que su naturaleza superior se enfrente con su inferior. De esta manera, sabrá el grado de desarrollo
que ha alcanzado; se le sugerirá las posibilidades más grandes de su vida y el plano original
de su evolución, a travíés de la materia; pero será, tambiíén, consciente de un vacío, el
cual no podrá trasponer en sus viajes mentales, sino mediante aspiración mucho más intensa
hacia su Intimo. Si el estudiante preguntara quíé hay más allá de las esferas de la llama, los seres
del fuego replicarían:
No está en nosotros contestar.
Sentimos su poder dominante y una conciencia mucho más allá de la de los seres humanos.
Nada se les escapa, nada los mueve; los más elevados de ellos muestran una serenidad
Jupiteriana y una austeridad, que se siente especialmente cuando toman la forma de un Faraón
adepto o de un dios griego.
Estas potestades, a las cuales se ha rendido culto como a dioses, han hablado por boca de
los profetas para el mejoramiento de las naciones. En Grecia, el gran elemental del fuego, conocido
como Apolo, guió valiíéndose de las pitonisas de Delfos el bienestar espiritual de aquella
nación y de las vecinas. A veces, estos elementales pueden impresionar a algún sensitivo
para que guíe a una nación, en los momentos de peligro. Juana de Arco es un ejemplo.
Los oráculos díélficos han moldeado muchas mentes con sus cualidades iluminadoras, y
los Iniciados hablan con gran reverencia de aquellos a quienes llaman Hijos nonatos de la
Llama. Estos son los que se aparecen en este mundo, pero no pertenecen al mismo.
Cuando el estudiante puede evocar el elemento de fuego dentro de su cuerpo, crea un escudo
que lo protege contra su naturaleza inferior; pues, como los elementos inferiores del cuerpo se resisten
a esa llama, son consumidos por la energía de la misma. El despertamiento de esta fuerza es el
instrumento del hombre divino; pero de esto nos ocuparemos en otro capítulo. La razón de su importancia
está en que la Naturaleza conserva, en tales regiones, nuestros registros más elevados.
Cuando el estudiante puede actuar a base de esta conciencia del fuego, se le da un concepto
más amplio de la manifestación de la Realidad en la humanidad; pues, una vez acostumbrado
a la escala vibratoria del fuego, poseerá y comprenderá, entonces, las características
del oráculo. Estos soberanos del fuego podrán, así, unirse en un futuro período, en el cual están
contenidas las leyes que se han de dar al hombre para aproximarse a su propio Intimo.
El estudiante siempre ha de tener presente que, cuando desea penetrar estos reinos, ha de
estar limpio de cuerpo y de mente; de otra manera, será como si un salvaje intentara trasponer
los portales de una universidad.
De la misma manera que el mundo está dividido en continentes y países, así tambiíén hay
un mapa que muestra las divisiones y los elementales que, como rey o reina, rigen tales divisiones.
Similarmente, en nuestro mundo, cada nación tiene su protector especial, el cual la
guía y se esfuerza para que se mantenga fiel a su desenvolvimiento prescripto.
Uno de los momentos decisivos, en la vida del estudiante, es cuando sus plegarias y aspiraciones
son contestadas con la aparición de uno de estos grandes Seres. Los ocultistas
avanzados los conocen con nombres tales como El Hombre de Verde Faz, que instruye a uno
en la Sabiduría de la Luna, el Griego Hermoso o el Gran Atlante.
Los estudiantes encuentran agradable comparar notas con sus hermanos, con respecto a
experiencias similares y, aunque cada uno tiene su propia individualidad que desarrollar, existe
similaridad en sus iniciaciones.