Por…  Alberto Benegas Lynch

Hoy en gran medida se vive concentrado en los medios de vida pero se subestima el fin de la vida. Muchos se vanaglorian de tener agendas cubiertas de medios pero no dejan espacio para los fines. Trabajar para el arbitraje cotidiano, es decir, laborar para comprar barato y vender caro sin el menor esfuerzo por trabajar el espíritu. Como se ha dicho, nadie en su lecho de muerte se arrepiente de no haber ido más a la oficina, sin embargo hay arrepentimientos por no haber alimentado más el alma. No son pocos los opulentos materiales pero paupérrimos intelectuales. Lo que nos caracteriza como seres humanos y nos diferencia de las otras especies es la psique, es la capacidad de bucear en nuestro origen y de conjeturar acerca de nuestro destino. No contribuimos a hacer que el mundo sea mejor por dedicarnos exclusivamente a los medios alimentarios sino por el trabajo que le dediquemos a dar alimento a los fines y al propósito de nuestra existencia. Sin brújula no es posible llegar a ningún lado.

Los fundamentos de la sociedad abierta resultan indispensables para prosperar pero, por una parte, sería una tarea vacía si no se aprovechan los tiempos de ocio borrándolos con más negocio (no-ocio) y, por otra, la misma supervivencia de la libertad depende del uso que se le de al ocio al efecto de escarbar en los pilares del respeto recíproco. Según William Hazlitt los negociantes de tiempo completo sienten una insoportable fatiga cuando piensan en lo que excede a lo meramente mercantil y Robert Louis Stevenson afirma que esos personajes viven en estado comatoso ya que para ellos el mundo que va más allá del negocio “es un blanco total”. Esto ocurre hasta que la asfixia totalitaria no los deja respirar ya que se encuentran con una soga que les rodea el pescuezo…aunque como ha vaticinado Lenin ciertos “capitalistas competirán por las sogas con las que serán ahorcados”.

Como bien apunta Pieper en la obra citada “la falta de ocio, la incapacidad para el ocio, está en relación estrecha con la pereza; de la pereza es de donde procede el desasosiego y la actividad incansable del trabajar por el trabajo mismo”. Es la incapacidad para mirarse por dentro, lo que, de acuerdo con Joseph Fabry en su En busca de significado, sucede a los que no pueden estar solos porque son presa del “síndrome del domingo”, necesitan ruido en su derredor para estrangular la vida interior, son los que dan rienda suelta a los “deseos atávicos y zoológicos” para huir de si mismos en fuga de “una mirada centrípeta”.

Suerte en su vida y en sus inversiones…