Por… Diana Pita Rodríguez
China, un país que sorprendió al mundo con un galopante crecimiento económico y hoy en día alberga un creciente número de millonarios, también es uno de los países con mayor desigualdad de ingresos en todo el mundo. ¿Por qué China tiene una gran brecha entre ricos y pobres?
Según estadísticas del Banco Mundial, China logró sacar del umbral de la extrema pobreza a 660 millones de personas entre 1981 y 2008, lo cual representa uno de los mayores logros en la historia del desarrollo humano.
Antes del inicio de las reformas en 1978, la pobreza en China era generalizada. El cambio comenzó en el ámbito rural (descolectivización de la tierra), seguido de un rápido proceso de industrialización en otras partes del país, todo lo cual permitió una enorme reducción de la pobreza.
El excedente de mano de obra agrícola fue a parar a las fábricas en las ciudades de la costa este. Un sinnúmero de agricultores logró salir de la extrema pobreza trabajando como obreros.
La meta era crear la mayor cantidad posible de puestos de empleo. Lo más importante para el obrero no era el monto del salario sino tener un trabajo que le permita sacar de la miseria a toda su familia. El Gobierno chino cubría las necesidades básicas de los trabajadores migrantes.
China convirtió una de sus debilidades, una gigantesca población sumida en la pobreza, en una de sus principales fortalezas. Así, impulsó un modelo industrial dirigido a la exportación y basado en una gran masa de trabajadores con bajos ingresos.
Este patrón de desarrollo respaldó el crecimiento económico, el aumento del PIB per cápita y el bienestar de los que habían salido de la extrema pobreza, pero también generó distorsiones.
Por un lado, la industria se concentró en la costa este propiciando su rápido despegue, dejando a las provincias del interior rezagadas. Del otro, el gran atractivo de la mano de obra de bajo costo y las políticas preferenciales para la inversión foránea, también favorecieron la acumulación de riqueza en manos de las empresas de capital extranjero y un segmento privilegiado de la población.
Así, uno de los aspectos negativos del veloz desarrollo industrial chino ha sido el aumento de la brecha entre ricos y pobres. En China, el coeficiente de Gini, que mide las desigualdades en la distribución de los ingresos, bordea 0.5.
A medida que la economía fue creciendo, la desigualdad se agudizó. El nivel de ingreso per cápita, en particular en las zonas rurales, no creció al mismo compás que el PIB. La disparidad entre los ingresos urbano y rural es de casi 3 a 1.
En los últimos 26 años el PIB de China se multiplicó por 50. En este mismo período el ingreso anual per cápita que representa el umbral de pobreza creció once veces (2.300 yuanes en el 2012).
Este es el precio que paga un país pobre cuando empieza su crecimiento y sobre todo si este proceso es veloz como en el caso de China. Esta es una de las secuelas de una reforma que aún no culmina.
Suerte en sus inversiones…