Las alarmas están saltando por todas partes. La tasa de desempleo española duplica la del mundo desarrollado. Somos el país donde más rápidamente crece el paro, el que más jóvenes y mujeres tiene desocupados dentro de la UE, de los últimos países de Europa en productividad y competitividad y nuestros costes laborales crecen por encima de la media europea. Es un desastre absoluto. El último en exigir al Gobierno una reforma del mercado de trabajo ha sido Miguel Ángel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España: “[Necesitamos] una reforma laboral y reducir el coste del despido”.
Zapatero, inventándose chivos expiatorios, ha decidido que para salir de la crisis le basta con gastar más dinero de los contribuyentes, a pesar de que así esté condenando a las familias y a sus próximas generaciones al desempleo y a un negro futuro de baja productividad, precariedad y pobreza. Los ciudadanos deberían considerar tal actitud un crimen contra la humanidad.
En 1921, cuando Lenin vio el desastre del comunismo de guerra, rápidamente entendió que tenía que tomar medidas de urgencia para una situación especialmente desastrosa. Instauró la Nueva Política Económica -que duraría ocho años y permitía cierta libertad en algunos sectores- y, de este modo, impulsó el país. ¿Por qué no hacer ahora algo parecido eliminando el retrógrado sistema proteccionista laboral que tenemos e instaurar un sistema de laissez faire en el mercado de trabajo para crear más empresas, más empleo y más riqueza? Hagamos tabla rasa. Digamos cómo están las cosas y que es imprescindible arreglarlas. Asumamos que sólo unas medidas aperturistas nos pueden sacar de esta situación. Conforme al sentido común económico, sólo podremos evitar un mayor paro con las siguientes reformas:
- Permitir el libre despido en todos los sectores: Penalizar el despido equivale a penalizar la contratación. Si es absurdo que a una empresa se le pongan problemas para contratar a gente, también lo es obstaculizarle que pueda despedir a empleados. Lo primero que pregunta una compañía cuando entra en un país es cuánto le costará irse. Si los costes son elevados, se irá a otras regiones más baratas como China o Marruecos, o más productivas como Alemania y Francia.
- Eliminar el salario mínimo (SMI): La gente con poca destreza laboral o de nueva incorporación sólo cuenta con una ventaja comparativa respecto a la hábil y experimentada: cobra menos. Si por decreto los políticos le asignan el mismo sueldo que una persona experimentada, inevitablemente se quedará desempleada. En España, el 30% de los jóvenes están parados. El SMI es su principal obstáculo para encontrar un trabajo, aprender, ahorrar y prosperar.
- Eliminar el 50% de los funcionarios: España tiene el mismo número de funcionarios que Alemania con la mitad de población. La economía de verdad, la que sirve al consumidor y a la gente, necesita que el máximo número de personas estén en el sector privado dando valor al mercado. Los funcionarios, aparte de para comprar votos, sólo sirven para vivir de nuestras rentas sin producir nada.
- Eliminar el Servicio Público de Empleo Estatal (INEM): El INEM es incapaz de colocar a nadie. Sus servicios sólo causan frustración y desespero. Las ETT ya se han ofrecido para recolocar parados sin coste alguno para el Estado. Estas empresas han de poder dar trabajos permanentes sustituyendo al ineficiente INEM. Sólo Infojobs da empleo a un millón de personas al año. Permitamos que crezca.
- Eliminar los impuestos a empresas y trabajadores: La mitad de su salario real son impuestos. Si el Gobierno quiere aumentar nuestras rentas y crear más empleos de forma inmediata, ha de erradicar el robo tributario, aunque sea temporalmente.
- Reducir drásticamente o eliminar el subsidio de desempleo: Cuanto más dure el subsidio de desempleo, más durará la estancia en el paro. Mucha gente se toma meses sabáticos al quedarse sin trabajo. Entre los jóvenes especialmente, las rentas del subsidio son más altas que las de muchos empleos. Cobrar sin hacer nada. ¿Quién se puede negar a algo así? Pero, ¿cómo esperamos levantar un país donde la gente quiere vivir del Estado, cuando es el Estado quien vive de nosotros? En esta fórmula sólo hay pérdidas netas totales.
- Eliminar los trámites burocráticos para la creación de empresas: Un empresario en España necesita el doble de procedimientos burocráticos para abrir su negocio que la media de los necesarios en los países de la OCDE. Si usted quiere crear una peluquería en Aragón, le costará unos 200 días sólo en trámites. Esto no le hará cortar el pelo mejor a sus clientes.
- Eliminar todas las subvenciones: El dinero que el Estado nos arrebata para dárselo a sus amigos, actores, medios de comunicación, agricultores, empresas ecologistas, etc. son éticamente un robo y económicamente un despilfarro que castiga la productividad y los designios del consumidor. Las subvenciones son un intento de economía dirigida y compra de votos que sólo distribuye el dinero de muchos hacia unos pocos que quieren vivir a costa de los demás. Es parasitismo en estado puro.
- Eliminar las licencias: Si usted sabe cocinar, puede abrir un puesto de comida. El mercado, y no las absurdas licencias del Estado, decidirán si usted sirve bien la comida o no.
Son medidas incómodas. Son medidas impopulares. Incluso si se aplican temporalmente. Cuando superemos el 20% de desempleo, más de dos millones de personas no perciban ni una sola renta, la delincuencia se dispare y el Estado deje de cumplir con sus pagos sociales, dígame entonces qué será lo incómodo.