Ni probablemente seamos el último. Si el dólar y el euro están tocados, y occidente se tambalea, muchos siglos atrás el declive de Roma coincidió con una paulatina depreciación de su moneda (el Denario) contra la plata. Por aquellos tiempos las cosas eran menos sofisticadas que ahora, pero la base probablemente era la misma. La forma de devaluar por aquellos tiempos era simplemente reduciendo el contenido de plata en las monedas. En poco menos de 200 años Roma vio como sus monedas pasaban de estar compuestas casi en un 100% de plata a que la cantidad de dicho metal precioso fuera casi testimonial.
La primera acuñación del denario se remonta al año 268 a.C. Su peso inicial fue de 4,54 gramos (la sexta parte de una onza) aunque en el año 217 a.C., a raíz de la Lex Flaminia, su peso fue fijado en 3,90 gramos pasando a equivaler 16 ases. Con este valor se mantendrá hasta el año 64 en el que Nerón reducirá su peso hasta los 3,4 gramos. Las reducciones en el peso del denario continuarán, fijándose en 2,36 gramos bajo el mandato de Marco Aurelio y en los 1,70 gramos durante el gobierno de Septimio Severo. La progresiva devaluación del denario continuó hasta que bajo el reinado de Caracalla se introdujo el Antoniniano, moneda que acabaría por sustituir completamente al denario bajo el gobierno de Gordiano III. y que era una moneda de bronce con un ligero bañado en plata.
Ya lo veía a venir Marco Tulio Cicerón:
“El presupuesto debe ser equilibrado, las arcas públicas deben captar más dinero y la deuda pública debe ser reducida, la arrogancia de la burocracia debe ser atemperada y controlada, y la asistencia extranjera debe ser reducida para que la Republica no entre en bancarrota. La gente debe otra vez aprender a trabajar en lugar de vivir de la asistencia pública”
¡ Impresionante ! cualquiera diría que la historia se repite o que no aprendemos de errores pasados.