Por…  Beatriz De Majo C.


Antes de que Barack Obama debatiera hace pocos días dentro del G8 posibles soluciones para la crisis de la Eurozona y antes de que la OTAN, por su lado, estableciera una cronología de salida ordenada de Afganistán, la Secretaria de Estado americana había puesto las primeras piedras de lo que será una de las asociaciones multilaterales de mayor relevancia económica de este Tercer Milenio.

A inicios del mes, Hillary Clinton afinó su puntería cuando propuso un nuevo “triálogo” entre China , India y Estados Unidos.

Una nueva CIA.

Con ello, la líder de la diplomacia americana respondía por adelantado a quienes criticaban la ausencia de China de las dos reuniones cimeras que trataban asuntos de tanta trascendencia planetaria.

La tarea que se propone la Cancillería americana no es sencilla porque, aparte de las enormes dimensiones geográficas y poblacionales que caracterizan a estas tres naciones, no hay mucho más que identifique a estos tres potentes jugadores de la globalidad.

Por el contrario, son muchos los escollos por sobreponer para que los tres pongan los codos sobre una misma mesa. Por ello, Hillary no propuso generar una institución multilateral que los cobije y se contentó con sugerir consultas tripartitas sobre los retos que estos colosos enfrentan.

Si esos retos se examinan uno a uno, saltan a la vista las diferencias de visión que pueden surgir. Comercio mundial y protección ambiental, son temas estratégicos globales con posiciones antagónicas entre el binomio chino-indio y Estados Unidos.

Pero el estancamiento de las rondas comerciales mundiales solo será resuelto el día que estas tres partes se pongan de acuerdo. Lo mismo hay que decir de asuntos como la gravitación creciente del islamismo en el mundo de hoy, un tema de enorme trascendencia para los americanos.

Allí los otros dos integrantes de la ecuación podrían actuar como pivote de un entendimiento inteligente entre Occidente y los seguidores de Alá.

Temas de interés superlativo para China como la territorialidad del Tíbet o la independencia de Taiwán pueden ser mejor manejados en privado entre los tres que de cara a la Comunidad Internacional.

Temas tan espinosos como el respeto a los derechos universales y los modernos conceptos de democracia pueden irse aireando con mayor facilidad si se logra desarrollar una dinámica de ” entente cordiale ” con una China deseosa de evolucionar hacia un modelo de gobierno más adecuado a los tiempos que corren.

¿Pueden China e India, por ejemplo, convertirse en piezas claves de un entendimiento futuro con Irán en los temas nucleares?

En síntesis, la propuesta que se ha sacado Hillary Clinton de la manga es una novedosa y prometedora herramienta geopolítica de interacción, en la que nadie puede avasallar por talla ni por poderío económico.

“Si estos tres países iniciaran su cooperación dentro de lo inmediato, el mundo no tendría sino ganancias”, es lo que asegura la jefa del Departamento de Estado mientras piensa para sus adentros que a la vuelta de pocos años China, India y Estados Unidos serán las grandes potencias que liderarán el mundo. En ese orden.

Suerte en sus vidas…