Por Santiago Niño Becerra.
Hace unos días recibí un mail de un lector. En él comentaba un hecho cierto, irreversible y, además solicitaba mi opinión en relación a un tema. El mail era el siguiente:
“Le escribí hace unos meses con los problemas de nuestra especializada en deportes. Creo que ya no debemos preocuparnos de otra cosa que de liquidarla: nuestras ventas han bajado exactamente a la mitad que hace dos años. Es ya insostenible.
Le cuento lo ocurrido a un amigo personal: compró, hace 3 años, bonos de (nombre de una entidad financiera transnacional), al x% de interés, y, según me cuenta, a vencimiento, la entidad no ha podido devolverle el importe del bono, por lo que tiene delante tres lamentables opciones.
1-Jugársela estando sin intereses los próximos dos años, y tener suerte de recuperar su dinero de la entidad más adelante.
2-Acudir al mercado secundario, donde le ofrecen aproximadamente el 57% del importe inicial.
3-Aceptar una oferta de (nombre de una entidad financiera española), en la que le dan, por sus bonos, su importe inicial, pero dentro de 4 años.
Esta operación suponía el 34% del patrimonio de mi amigo, por lo que, evidentemente, está bastante jorobado, y más teniendo en cuenta que la operación la decidió él para el patrimonio de sus padres.
Espero haber sabido transmitirle los datos correctamente (él me llamó esta mañana, desesperado, pues sabe que me gustan los temas de economía)
Ahora, mis preguntas…
¿Cual es la opción más arriesgada?
Suponiendo que España quebrara…y también lo hiciera la (nombre de la entidad financiera española antes referida) (de momento, creo que no está en situación, pero…) ¿En qué posición quedaría el famoso fondo de garantía de depósitos?.
¿Qué le podría aconsejar a mi amigo?”.
Mi respuesta fue:
“Siempre he pensado que es mejor el 57% de algo ahora que el 100% de no-se-cuanto dentro de X años. Pienso que las posibilidades de que esa operación salga mal son múltiples, no tanto porque quiebre (nombre de la entidad financiera transnacional) o (nombre de la entidad financiera española), sigo pensando que no va a quebrar ninguna entidad financiera, pero si que habrán intervenciones, por lo que … ‘coge el dinero y corre’.
Siento lo de su actividad, pero dentro de lo malo lo ha tenido claro y ha cerrado”.
¿Cuántas situaciones como esas vamos a ver en los próximos meses, en los próximos años?.
(Marte y Venus, ¿se acuerdan?: USA era Marte y Europa Venus. ¿Eran, o lo siguen siendo?. USA dice que hay que continuar estimulando la economía, hasta el 2013, Europa que hay que consolidar. USA está con que el déficit no importa ahora porque si se frena la máquina se podría colapsar la recuperación, Europa con que si no se corta el déficit la confianza en el euro irá a mucho menos. USA dice que, apoyada en esos estímulos ya está recuperándose; Europa arguye que hacen falta reformas profundas para crecer, exportando, claro.
El problema de USA, pienso, es continuar creyendo que las cosas van a seguir siendo como han sido: que los demás le van a financiar su economía como, de una u otra manera, han estado haciendo desde el fin de la II Guerra Mundial (porque a esos demás también les ha convenido, evidentemente), y eso ya no va a ser así, ¿el motivo?, la deuda.
En el fondo todo es capacidad de endeudamiento, todo es crédito, todo es deuda, y la capacidad de endeudamiento de todos con respecto a todo está agotada, y las posibilidades de dar y de obtener más crédito no existen (en el estado en que se hallan las entidades financieras …), y la deuda ya no puede aumentar más.
USA dice que sí porque quiere creer que las cosas continuarán igual que siempre, Europa sabe que el muelle ya no da más de sí. En el fondo USA sabe que no tiene otra alternativa: su modelo interno se ha basado en esa forma de hacer y no sabe de otra; y Europa quiere creer que estrechándose el cinturón y empobreciéndose va a poder superar el atracón que se ha estado dando. Pienso que no, que de-lo-que-ya-estamos no se sale con ‘más madera’, tampoco con una ‘dieta de hambre’: los procedimientos han de ser otros: ‘Lo necesario es lo importante’, ya saben, pero algo así tiene consecuencias.
Algunas/os de Uds. me han preguntado cuál podría ser el desencadenante de la crisis, aquello que los libros de Historia apunten como el momento cero de la crisis sistémica en la que a efectos prácticos ya hemos entrado, pienso que ese desencadenante bien podría ser la puesta en fase de una serie de factores: el desencuentro inarreglable al que se va a llegar en Toronto, las filtraciones sobre profundos problemas por los que ya estarían pasando varias entidades financieras, el malestar de las poblaciones derivado de la pérdida en su poder adquisitivo que ya se está produciendo, los anuncios de disminuciones en la oferta de commodities (¿0,8 millones de barriles menos por la fuga del Golfo de México?), las consecuencias de las tensiones varias que pueden derivarse de hechos como el lanzamiento del nuevo satélite espía israelí, … Pienso que nos hallamos en el momento idóneo para que se inicie algo, por ejemplo … una crisis sistémica. Esta, por ejemplo).