Dos economistas de la Harvard Business School, Paul Schoemaker y Robert Gunther, publicaron hace algunos años una teoría denominada de La sabiduría de los errores deliberados. La tesis parte de la siguiente premisa: si todos sabemos que podemos aprender de nuestros errores, entonces, ¿por qué no cometer alguno de forma deliberada para dar un salto adelante gracias a ellos?

Últimamente tengo la sensación de que la Harvard Business School ha elegido a España como banco de pruebas de este experimento a todas las escalas.

El Gobierno Vasco se declara casi en quiebra: mucho me temo que sus dos socios esperan obtener beneficios de esta bancarrota anunciada. También Bankia, la cuarta entidad financiera del país, despertó el mismo día al borde del abismo. ¿Dónde estaban los controles del Banco de España? ¿Y los de las CNMV? (estos ya nos investigaron a nosotros) ¿Y los famosos Stress Test?

Al siguiente nos desayunamos con la noticia de que ha sido nacionalizada (Bankia) siguiendo el modelo nacional: privatización de los dividendos y socialización de la ruina. No obstante en su consejo de administración posaba un florido abanico de delegados políticos, del PP al PSOE, pasando por CCOO, que percibían emolumentos de barricada obrera de hasta 700.000 euros anuales. Una miseria si lo comparamos con la jubilación anticipada pactada por José Ignacio Goirigolzarri, ese Harry Potter de Neguri, tras su salida del BBVA: 61 millones de euros. Empresa privada, muy cierto. Tanto como que sumamos seis millones de parados. Pero en el mundo de las altas finanzas no hay paro: Goirigolzarri sale de BBVA y entra en Bankia para sustituir a Rodrigo Rato. Otro que se va con una indemnización de 1,2 millones de euros que pagaremos ustedes y yo.

Entretanto, un concejal de Lanzarote, Pedro de Armas (de armas tomar), se entiende, lleva cinco meses de regata rumbo a la Martinica y a todo trapo. La quiebra con crargo a presupuesto se ha convertido en una pandemia nacional de la que participa hasta el presidente del Tribunal Supremo, Carlos Divar, quien tenía por costumbre facturar a la institución los gastos de sus fines de semana en Puerto Banús. Algo que el insigne jurisconsulto ha calificado de “minucias”.

Tiene toda la razón. En este país ya no hay ideologías, se gobierna a golpe de auditorías. Como Fernández Ordóñez al frente del Banco de España, como Rato al timón de Bankia, como el canario Pedro de Armas, ellos saben que la clave del éxito reside en duplicar la tasa de fracasos.

Vamos por el buen camino: en eso, estamos triunfando.

Por Álvaro Bermejo.

 

El término indignado, también se queda corto. Si tiene esa sensación podemos compartirla en nuestro foro de Bolsa.

Salud y suerte en la vida. De las inversiones, ya hablaremos otro día. De momento mantenga su liquidez.