Hay una máxima que dice que si no puedes con tu enemigo, únete a él. En estos momentos el mal que se extiende por las principales economías del mundo es la inflación. El coste de vida se ha disparado en la Zona Euro, Estados Unidos y China debido a la fuerte subida del precio del petróleo y de los alimentos. Con un coste de la vida cada vez más caro, el inversor tiene la opción de aliarse a la inflación y, por lo menos, asegurar que no pierde dinero.

De ahí, medidas como la que ha tomado la cadena de distribución estadounidense  Wal-Mart  de restringir la venta de arroz en sus establecimientos, después de la vertiginosa escalada de este grano en el último año. Medidas a las que no estamos habituados y que hacen saltar las alarmas.

Los consumidores, los bancos y las compañías financieras estadounidenses están “saneando” tras una era de crédito fácil, pero se enfrentan un largo período para arreglar sus finanzas, para los inversores, eso significa que los nuevos bonos vendidos por bancos son baratos y que tendría sentido comprarlos.

Las ventas de bonos corporativos estadounidenses se dispararon a un récord semanal la semana pasada por una firme demanda, mientras las compañías financieras buscan capital para apuntalar sus balances.

El reciente fiasco de las subprime ha provocado que los mercados bursátiles hayan entrado en una fase de absoluta desconfianza por parte de los inversores, que han optado por traspasar dinero de la renta variable y de los fondos de inversión a la renta fija. Por otro lado, el mercado interbancario se ha contagiado de esa desconfianza y lo poco que presta lo hace en entidades que no presentan alto riesgo. Todo ello ha provocado que los bancos centrales hayan inyectado ingentes cantidades de millones de dólares y euros a fin de dar liquidez al sistema. En definitiva, la falta de liquidez está aparcando muchos proyectos, condicionan operaciones en marcha y cercenan oportunidades de negocio.

En ese complejo escenario están adquiriendo una notable importancia los fondos soberanos, aunque no es una novedad ya que hace 55 años, en Kuwait se creó la Autoridad de Inversión (KIA), cuyo objetivo consistía en invertir en bonos, dólares y depósitos bancarios en previsión del agotamiento del petróleo.

El dinero de los países que emiten fondos soberanos proviene de la escalada continuada de los precios de las materias primas y exportaciones que les ha producido un exceso de liquidez que invierten, paradójicamente, en los países que les han producido esos ingresos, consumiendo sus productos.

Un fondo soberano es un fondo propiedad de un Estado que tiene como objetivo invertir el exceso de sus reservas. Países como Corea del Sur, Singapur, Noruega, Kuwait, Arabia Saudí, China y Rusia son los más activos. El volumen actual de esos fondos es extraordinario.

Según el FMI, estos fondos controlan tres billones de dólares en activos, estimando que pasarán a 10 billones en 2012. El principal objetivo de los mismos es aprovechar su privilegiada situación para adquirir oportunidades de compra.Obviamente, estos fondos están produciendo algunos recelos, como:

a) La mayoría de países emisores son regímenes políticos dictatoriales.

 b) La mayor parte de esos recursos financieros son opacos, en la medida que se carece de información sobre su volumen y objetivos.

 c) Provocan un cierto temor de que puedan entrar en sectores estratégicos como armamento o energía.

d) Pueden ser utilizados como entrada para ejercer presiones políticas en el futuro.

Aunque en estos momentos pueda suponer una solución cabe una reflexión: ¿no supondrá pagar un alto coste cuando decidan ejecutar la deuda? Una vez más se demuestra que el dinero tiene mucho más poder que la política.