Cuando en Europa las jovencitas disfrutaban como fans de los Beatles, corría el final de la década de los sesenta, el jeque Rashid bin Saeed asumió el gobierno de un territorio muy poco apetecible, un pedazo de desierto con vistas al mar, dunas y más dunas que llegaban hasta el Índico y aunque parezca mentira un subsuelo que por caprichos geológicos no contenía ni gota de petróleo, estamos hablando de Dubai. El jeque Rashid concibió la descabellada idea de hacer de Dubai, mísero territorio en el que mal vivían unas 60.000 personas, una de las mayores maravillas del mundo.

Lo consiguió. Desde 1970 las cifras de crecimiento de Dubai han dejado con la boca abierta a más de uno, en apenas una generación se ha pasado de 60.000 habitantes, a más de un millón y no precisamente por que se dieran al desenfreno demográfico, sino por la avalancha de mano de obra infrapagada proveniente del sureste asiático, las oportunidades de negocio, su situación estratégica y el estímulo de la familia gobernante han hecho posible que Dubai tenga capítulo propio en el Libro de las exageraciones.

Pero esta situación de vino y rosas terminó de pronto, la burbuja inmobiliaria explotó, los precios se desplomaron un 50% en un año y el consorcio estatal Dubai World, propietario de los principales proyectos inmobiliarios,  anunció una petición de prórroga para un vencimiento de 4.000 millones de dólares.

Los mercados, muy sensibles aún a este tipo de noticias, respondieron de manera fulminante con desplomes en las bolsas de Dubai, Abu Dhabi y en el resto de mercados mundiales. ¿El principal motivo? Los problemas de liquidez que atraviesa Dubai World que debe afrontar una deuda de 59.000 millones de dólares. Pero una vez pasado el “calentón” y viendo que la economía del emirato sólo supone el 0,1% del total mundial, los mercados se calmaron con rapidez.

Debo decirles que Grecia también vive momentos difíciles con problemas para afrontar su deuda externa, déficits fiscales y de cuenta corriente, niveles crecientes de desempleo, fuga de capitales…

En vista de estos dos hechos, deberíamos preguntarnos si esto implica que la tan deseada recuperación global no es tal, o que estos hechos son hechos aislados que no afectan al escenario económico. Desde mi punto de vista, son hechos puntuales que han provocado una reacción desmedida en los mercados y creo que no van a afectar la tendencia recuperativa de la economía mundial.

Pero claro ¿qué deberá hacer Dubai para seguir siendo  el ícono del nuevo Oriente Medio: prospero, dinámico y exitoso? Pues es relativamente sencillo, reestructurar parte de su deuda. Este proceso incluirá diversas fases, una de ellas será la venta de activos, y el Gobierno Chino parece estar muy interesado en diversificar sus reservas internacionales, hoy en día depositadas en su mayoría en deuda de Estados Unidos. Algunos economistas del país asiático han pedido que la economía china invierta en petróleo y otros recursos naturales, ya que el país los va a necesitar en el futuro. Otros economistas de prestigio afirman que la mitad de las reservas internacionales chinas no son estables en valor y por el contario son de alto riesgo, por lo que no sería de extrañar que el Gobierno del gigante asiático diversifique gradualmente la composición de activos y monedas de sus reservas.

Y claro, se preguntaran ustedes si algún banco español está sufriendo esta “almorrana”, pues verán, de momento parece que no, parece que de esta nos vamos a librar.

Claro nos vamos a librar por que no somos todo lo “ricos” que son otros, ya que personajes como:  Brad Pitt, Michael Shumacher, Beckham o Michael Owen se van a quedar si apartamento, casita o mansión en alguna de las 300 islas artificiales que se estaban construyendo.

Parece que el sueño del jeque Rashid puede convertirse en pesadilla.


Salud y suerte en las inversiones, las vamos a necesitar.