Carlos Montero

En mis muchos años como gestor he visto, y en algunos casos utilizado, multitud de sistemas operativos de compañeros del sector. Desde los más conocidos como los sistemas basados en el análisis fundamental, en el análisis gráfico, en la utilización de diversos parámetros técnicos, cuantitativos, de estructura del accionariado…a menos conocidos y en algunos casos algo pintorescos, como sistemas por fases lunares, coincidencia de hechos sociológicos, seguimiento de diversos gurús de mercado, redes neuronales…

He visto ganar y perder mucho dinero utilizando estos sistemas. He visto desesperarse a los gestores que los empleaban, modificando una y otra vez variables para ajustarlos, según ellos, a las condiciones reinantes en el mercado. Rara vez tenían éxito, y aquellos que lo tenían, no lo proclamaban. Uno de los secretos para que un sistema de gestión sea exitoso es que no se difunda.

Hoy traerá a estas páginas un sistema muy simple, pero que como verán a continuación, ha tenido un resultado excepcionalmente bueno. Es el sistema basado en patrones estacionales.

En muchas ocasiones se utilizan patrones temporales para invertir. Comprando viernes y vendiendo lunes. Comprando los finales de cada mes y vendiendo los primeros días del mes siguiente. Comprando los años anteriores a la elección presidencial en EE.UU., y vendiendo el siguiente…En esta ocasión utilizaremos uno, que a mi juicio, ha demostrado suficiente validez como para plantearse utilizarlo.

Es el denominado por el analista Yale Hirsch como el sistema “de los seis mejores meses del año”. El sistema consiste en invertir el 1 de noviembre de cada año, hasta el 30 de abril del siguiente. Para mantenerse fuera los otros seis meses restantes.

Los analistas de The Big Picture han realizado dos carteras en base a este sistema, y utilizando los datos históricos de rentabilidad de los últimos 52 años.

Las carteras se inician ambas con 10.000$ en 1960. La A invierte el 1 de noviembre de cada año hasta el 30 de abril del siguiente, cuando vende todas sus posiciones. La cartera B invierte el 1 de mayo de cada año hasta el 30 de octubre del mismo año. Los resultados en números (pueden verlos también graficados) son sorprendentes:

– La cartera A pasaría de una cuantía inicial de 10.000$ a 438.967$. Multiplica la cartera casi por 42.
– La cartera B pasaría de 10.000$ a 22.659$.

Eso significa que la cartera de noviembre a abril representaría el 97,1% del total de las ganancias de los últimos 52 años.

Para un gestor profesional es difícil adoptar este sistema operativo, pues generalmente tienen unos límites muy estrictos en su labor. Un porcentaje mínimo/máximo de acciones/liquidez en cartera, etc. Pero un inversor particular puede perfectamente aplicarlo. No sabemos si los próximos 52 años tendrán resultados similares a los anteriores, pero no vemos la razón para que no sea así.