En 1694, Guillermo de Orange, llegó a ser Guillermo III de Inglaterra, no tenía dinero para pagar a su ejército. Este rey, holandés, cuyos éxitos habían sido financiados por los banqueros protestantes de su país, va a ser atrapado, por los usureros anglo-holandeses. Un grupo de usureros, dirigidos por William Paterson, le propuso la combinación siguiente:

 a) El grupo privado anticipará al gobierno un préstamo en oro de 1,200,000 libras con tasa de 6%, capital e interés estando garantizados por el Estado y pagados en oro.
 b) Como recompensa, el grupo privado tiene el derecho de llamarse Banco de Inglaterra.
 c)  Como el grupo se despojaba así de todo su capital para pagar el préstamo, exigía a cambio (si ya recibirían intereses, ¿a cambio de qué otra cosa esa exigencia?) el derecho de emitir y de negociar pagarés hasta la suma de las 1,200,000 libras prestadas en oro al Estado.

Hasta entonces, solo el Estado tenía el derecho de regalía para acuñar la moneda, es él quien hubiera podido y debido emitir tales billetes teniendo como prenda el oro que había tomado prestado. El grupo abusando de su título Banco de Inglaterra, hizo imprimir billetes considerados como válidos en Londres, y luego en todo el país, bajo la fianza moral del rey y la fianza material del préstamo de oro. Todo resultaba genial, el público tenía confianza en papeles que el Banco – no teniendo ya capital- era incapaz de reembolsar. Así nació el crédito moderno con dinero de papel.

Mediante este abuso de confianza sobre el pueblo inglés, duplicado por alta traición respecto al rey, el clan de los usureros duplicaba, su fortuna. Esta lograba aún más que duplicarse ya que el clan cobraba no solo el interés de su préstamo en oro, sino además el interés cobrado por sus billetes de papel que se puso a prestar -el 6% del capital inicial tornado en 12%, y al cabo de ocho años, duplicaba de nuevo.

Así, el Banco había creado una deuda doble, una del gobierno -el cual, después de todo, embolsaba el oro- la otra, del pueblo inglés. El endeudamiento simultáneo del gobierno y del pueblo crecerá sin parar, el gobierno, obviamente, haciendo todo recaer sobre el pueblo con el sistema de impuestos. Aquí está el origen de la Deuda nacional inglesa, inexistente antes de Guillermo III, y que totalizaba, en 1948, 24 mil millones de libras. El mecanismo consta de tres grados: usura, deuda, impuestos (60% de estos asignados a pagar los intereses de la deuda).

Guillermo III siguió tomando prestado del Banco hasta la suma de 16 millones de libras-oro. Y este último emitió el mismo monto en billetes. Aún más, como los billetes circulaban como si fueran oro, igualmente en el extranjero, en adelante el Banco entregó desde entonces papel al gobierno… fiado por él y no ya por el oro. La jugada era completa. Es evidente que en aquel momento, el gobierno hubiera podido retomar su derecho de regalía y decidir imprimir él mismo los billetes; así nunca habría tenido que pagar intereses ni deuda nacional creciendo como bola de nieve.

Al inicio, el banco solo emitió billetes hasta la suma del oro prestado, y conservó una reserva-oro prevista para cubrir las demandas de reembolso. Poco a poco, se dio cuenta que la gente prefería el manejo de los billetes más livianos que el oro y que se podía emitir billetes contentándose con conservar una reserva de 10%.

Atraídos por una operación tan fructuosa, los bancos se multiplicaron como setas. Entre 1694 y 1830, hubo en las Islas Británicas 684 bancos privados, emitiendo cada uno un crecido número de sus propios billetes.

 Los bancos pueden así manejar su negocio con solo 10% de capital real, mientras que los industriales que quieren iniciar una fábrica o constituir un almacén, o stock, toman prestado a los bancos, con tasa del 6%, billetes que representan casi nada e hipotecan sus medios reales de producción a cambio de “viento” o nada. Esto explica las pocas quiebras de bancos y la vampirización de las industrias y del comercio por los “negocios bancarios”.

No obstante, en 1836, el gobierno británico tuvo conciencia del peligro. Después de una investigación secreta, el canciller Robert Peel tomó la iniciativa del Bank Charter Act de 1844. Aquella ley retiró a unos 600 bancos privados el derecho a emitir billetes y reconociendo solo al Banco de Inglaterra, obligado por esta vez a tener una cobertura en oro del 100% -lo que duró hasta 1914… Hoy día la cobertura resulta solamente simbólica.¡Pobre gobierno! Los 600 banqueros se reunieron formando un nuevo grupo, el Joint Stock Banks y reemplazaron la emisión de billetes prohibidos con la emisión de cheques facilitando las entregas bancarias, es decir la apertura de crédito en cuentas corrientes. Solo se trataba de una emisión disfrazada de billetes, cuanto más peligrosa ya que iba a ser, como moneda legal, el principal factor hinchando la producción de los grandes tomadores de préstamos y no facilitando el consumo de los pequeños.Era una nueva chispa genial. Esta vez no es el rey quien garantizará la emisión, son los depositantes, como consecuencia de una confusión mantenida con habilidad.