Por…  Óscar Hernández M.

Nada buena es la noticia sobre los nuevos pobres de América Latina, calculados, por lo bajo, en cuarenta millones para el próximo año.

El informe no fue dado el 28 de diciembre, día de los inocentes, sino mucho antes, tal vez por las fechas en que se dan los aguinaldos… Y menudo aguinaldo para el continente este de una población casi igual a la de los habitantes de nuestro país. Como quien dice que se podía fundar otra Colombia con los pobres que habrá en el año dos mil diez.

Cuando se da una noticia de este tamaño, los mandamases comienzan con sus explicaciones y con toda esa monserga a la que ya estamos acostumbrados los de “este mundo cobrizo de Colón”: el fenómeno de El Niño (el fenómeno es el que habla y dizque justifica y explica…) la globalización, la capa de ozono, la crisis mundial… en fin, que hablan de todo lo que se habla siempre. Y hay quienes hasta dedican un párrafo a las profecías de los Mayas que anuncian el fin del mundo para el año dos mil doce, cuando el mundo ya está prácticamente acabado…

Total que les recuerdo lo de la triste noticia: cuarenta millones más de pobres habrá en nuestros ya empobrecidos países que hablan de todos los fenómenos mencionados antes pero que no incluyen en su informe el raponeo establecido a todos los niveles. Bueno, apliquemos la fórmula capitalista canibalista a esto de las grandes manadas de pobres: más baratos por docenas.

PAUSA. “Por las buenas hasta me dejo tratar mal”. Gracias a mi filósofo de cabecera.

¿BASURA? Es posible que todo lo que hay en este mundo sea basura, o casi todo, por lo menos, porque no me vayan a decir que un cuatrimotor o un barco de cuatrocientas mil toneladas o las naves para ir a Marte son algo que estemos necesitando la mayoría de los mortales que, para información de algunos, somos inmortales. Y de los grandes basureros, ni hablar, y no hablo sino de dos nombres que conozco, la Curva de Rodas en Medellín y Mondoñedo en Bogotá. Aparte de esos lugares donde llevan lo que sobra después de producir la energía atómica.

Pero, ojo, que hay un basurero más grande que todos y que entraña mucho más peligro que la suma de los basurales y botaderos del mundo: el cerebro humano. Sí, nuestro pobre cerebro bombardeado desde todos los ángulos por una publicidad y un periodismo que ya está rayando en la locura. ¿En qué cerebro “cabe” todo eso que nos dispara un televisor, la internet, un radiecito de pilas, el señor que anda por la calle con un megáfono? ¿Dónde podemos acumular esa cantidad de basura que nos lanzan como pelotas envenenadas de todos los lugares?

Eso podrá caber, y lo saben los psiquiatras, en un manicomio donde iremos a parar todos no se sabe cuándo. Estas ciudades de hoy terminarán por ser grandes concentraciones de cárceles y hospitales mentales. Cárceles para delincuentes de todas las tallas y colores y manicomios para los que soportamos el bombardeo de la información, o mejor la deformación de cada segundo.

Que sus inversiones no se conviertan en basura…