Hace cientos, miles de años, el mundo bursátil  no era tal como lo conocemos hoy. Los Humanos estaban enzarzados en guerras y más guerras, orgías, saqueos, blasfemias, envidias, adoraban al becerro de oro y solo imperaba el juego sucio.

El Rey del Olimpo Bursátil, Bolseus, decidió intervenir:

– Bolseus: ¡Esto no puede seguir así!, aquí hay que poner unas reglas básicas. Encargaré a un hijo mío que idee algo para tener ocupados a estos primitivos seres.
Como Apolo estaba ausente ligando con Dafne, Dionisio bebido y Ares guerreando como siempre, le tocó el encargo a Bolseidón:

– Bolseus: Amado hijo, eres el indicado para idear algún juego para civilizar un poco a estos brutos. En ti confío.
– Bolseidón: Mi muy querido Padre y Rey, gracias por tu confianza, es un honor tu encargo, pero…..¿qué puedo yo hacer si los Hombres insisten en destruirse unos a otros?
– Bolseus: Como Dioses que somos, sentimos vergüenza de tanta maldad. Es nuestro deber subir un poco el nivel de la humanidad.
– Bolseidón: Quizá es muy pronto para el Ajedrez amado Rey. Lo que más parece gustarles es la guerra y robarse el oro.

– Bolseus: Mi caro Bolseidón, los Hombres seguirán tratando de aniquilarse unos a otros por los siglos de los siglos, tal es su ignorancia. Esto será siempre así hasta que asciendan en el conocimiento. Mientras tanto démosles algo para que luchen entre ellos, pero que no se vea tanta sangre. A tu madre, le asquea ver tanta sangre todos los días en Tele Olimpo. Enseñémosles un juego en que se puedan destruir y fastidiarse unos a otros, pero sin que se vierta el preciado fluido corporal. ¡Algo más fino, más de estos tiempos!.
– Bolseidón: Me pondré ahora mismo a ello, mi amado Rey, Padre y Señor.

Así, Bolseidón hijo de Bolseus y posterior Dios de la Bolsa, fue encargado por su poderoso padre de idear algo para que los Humanos se civilizasen un poco:

– Bolseidón: ¡Tarea difícil la que me ha encomendado mi sabio y poderoso padre!

El de Bolseidón era un arduo trabajo para iniciados. Estuvo investigando, indagando, discurriendo….. Y como la guerra ya estaba inventada, el parchís también y el Monopoly lo tenía registrado un americano llamado Parker & Bros…. Pensó, pensó y pensó durante muchos, muchos años…..

 ¡Y un día!:

– Bolseidón: ¡Eureka!. ¡He aquí algo que les romperá la cabeza durante siglos!. Iré a presentárselo a mi padre el Rey.

La dicha del hijo del Dios de los Dioses era grande, ¡inmensa!. ¿Qué habría inventado?:
 
– Bolseus: En tu rostro veo la sonrisa de la satisfacción , ¿has dado, por fin, con la solución a mi encargo?
– Bolseidón: Mi amantísimo Padre, el juego lo tiene todo, es un compendio de todos los otros juegos: Guerra, Ajedrez, Baraja……Es entretenido, se puede ganar mucho oro, se podrán fastidiar unos a otros y quitarse sus fortunas, eso si, con buenos modales, ¡sin que corra la sangre!. Será intrigante, misterioso, ¡apasionante!. Muchos estarán todo el día pendientes del juego. Para el éxito hará falta inteligencia, paciencia, imaginación, experiencia, una buena estrategia, astucia y, como en todos lo juegos, ¡suerte!. Ósea: ¡se romperán mucho  la cabeza!.

– Bolseus: ¡Una interesante opción Hijo mío!, ¡ponla en practica!. Lo llamaremos el Juego de La Bolsa en honor de mi amado Bolseidón.
– Bolseidón: Me honra y llena de dicha tu decisión.
– Bolseus: Por cierto, ¿cómo lo popularizarás?. Hoy en día hace falta mucha promoción para el éxito.
– Bolseidón: ¡Lo tengo todo pensado!. ¡Creo que tengo el Hombre ideal!.
– Bolseus: ¿A quién has tenido a bien elegir?
– Bolseidón: Un Hombre que siendo Príncipe renunció a la riqueza y lleva cuarenta años en el desierto, dedicándose al pastoreo y a la meditación.
– Bolseus: ¿Puede existir alguien tan desprendido entre los Hombres?.
– Bolseidon: Si existe amado Padre, su nombre es Bolsés
– Bolseus: Adelante pues, que comience el juego de Bolseidón y Bolsés.

El Dios de la Bolsa consciente de lo importante que era la primera impresión, ideó una puesta en escena con fogata y todo para atraer a Bolsés a su presencia e informarle de que fue elegido por los Dioses para introducir tan divino juego entre los Hombres.
Prendió fuego a unas zarzas en la cima del Monte Sinai y esperó a que la curiosidad del Hombre hiciese el resto.

Una fría noche estaba Bolsés con su rebaño, cuando divisó un fuego en el Monte y decidió curiosear:

– Bolsés. Unos aquí pasando frío y otros allí en el Monte a plena calefacción. ¡Me acercaré a ver si me caliento un poquito!.

En cuestión de una hora Bolsés había llegado la cima del Monte Sinai:


Monte Sinai

– Bolseidón: ¡Acércate Bolsés!.
– Bolsés: ¿Quién me nombra sin yo conocerlo?
– Bolseidon: Soy Bolseidón, hijo de Bolseus, tu Dios y Señor. Has sido elegido para guiar a tu pueblo hacia juegos menos sangrientos aunque no ausentes de peligro. Tú introducirás El Juego de la Bolsa entre los Hombres.

– Bolsés: Pues si que me has fastidiado. Tenía pensado pasar a la historia como el primer hippy, y ahora me lanzas de lleno al capitalismo.
– Boseidón: El Hombre, en contra de la creencia de algunos, no es dueño de su destino, siendo un simple juguete de los Dioses. Creo que pasarás a la historia, pero no como habías planeado, los Dioses han decidido por ti.
– Bolsés: Hágase la voluntad de Dios, mi señor Bolseus.

El Dios de la Bolsa instruyó al Príncipe-Pastor en las artes del juego y le dictó las normas básicas para triunfar:


LOS DIEZ MANDAMIENTOS BURSÁTILES

1º Amarás tu oro sobre todas las cosas.
2º Te informarás.
3º No especularás en vano.
4º Honrarás todo tipo de análisis.
5º Imaginarás y no desvariarás.
6º No te impacientarás.
7º No despreciarás ningún valor.
8º No dejarás correr las pérdidas.
9º No desearás la cartera de tu prójimo
10º No te enamorarás del papel.

Estos mandamientos se cierran en dos: Amarás a tu oro sobre todas las cosas y no te enamorarás del papel.

– Bolseidón: Creo que ya estás preparado Bolsés, vuelve a tu tierra y convence a las gentes de las bondades de este Divino Juego
– Bolsés: Así lo haré si me lo ordena mi Señor. Aunque conociendo a algunos, éstos dirán que faltan Mandamientos y tratarán de imponer sus caprichos.

– Bolseidón: El Hombre siempre estará en la creencia de que puede mejorar lo Divino. Y así estará deambulando por el Universo hasta que se de cuenta de que la Divinidad es su meta. La mayoría ignora que lo Divino reside en él y que solo tiene que dejarlo aflorar. Casi siempre es lo Diabólico lo que los mueve.
– Bolsés: Dímelo a mi, que me he apartado de todo aquello buscando la paz del desierto.
– Bolseidón: Por ello has sido elegido, en ti la Divinidad y la Bondad son evidentes. ¡Suerte Bolsés!.

El elegido de los Dioses volvió a su antigua patria, contacto con los ricos y conocidos del lugar, fundando la primera Casa de Bolsa. Siglos más tarde, se abreviaría esta denominación y quedaría solo lo de Bolsa.

El juego se popularizó rápidamente entre los más pudientes. Muchos años después comenzaron  los cambios:

Como la codicia de algunos no tenía limites, alguien decidió como atraer a los más desfavorecidos para legalmente sacarles lo poco que poseían. A esto lo llamaron: Capitalismo Popular, y bajo ese nombre, aparentemente tan bien intencionado, vaciaban los bolsillos de los menos diestros e informados en las artes bursátiles con inventos como el de Ercros, Papelera Española ó Terra.

Pero no todo eran inconvenientes, algunos pobres pero avispados Hombres, aprendieron las reglas del juego y se hicieron ricos. Por el contrario, algunos ricos, pero torpes en las técnicas bursátiles, perdieron sus fortunas. Aunque estos últimos eran los menos.

Con la Bolsa el mundo no se equilibró, pero los Hombres estuvieron  más entretenidos y por lo menos se alejó la sangre del día a día de los noticiarios de Tele Olimpo, ¡que tanto molestaba a la Diosa Hera!.

Siglos y siglos más tarde, la malicia e insaciable codicia de los Hombres les llevó a idear algo tan diabólico como los Futuros y los Warrants, en los que la destrucción llega a ser total. Fundaron la CNMV para legalizar el juego sucio. Y lo sofisticaron inventado el Análisis Técnico, los Stops y demás herramientas de guerra.
 
Pese a todo, en el Olimpo Bursátil estaban satisfechos:

– Bolseus: Por lo menos sangre no se ve, ¿o si?.