Reconocerán que en España, en los últimos años, el sector de las caja ha sufrido una enorme sacudida que lo ha modificado en profundidad. Hace unos cuantos años y atraídas por la bonanza reinante, las cajas trataron de mimetizarse con los bancos, copiaron sus productos, se apropiaron de sus técnicas de gestión e, incluso, les sustituyeron como socio de referencia en las principales empresas del país. Intentando mejorar su posición, ampliaron sus redes comerciales y aumentaron sus plantillas con generosidad. Más tarde y con algunas excepciones, se mostraron muy generosas con la financiación del consumo y, sobre todo con el boom inmobiliario, hasta convertirse en una droga de adicción insuperable.

La explosión del boom cogió al colectivo de cajas como a sus primos los bancos, en una muy mala posición, con un gran endeudamiento, unos balances desequilibrados y unas estructuras operativas sobredimensionadas. La súbita sequía de los mercados les dificulto la refinanciación hasta límites muy peligrosos. Tan peligrosos que el gobierno se vio obligado a poner en marcha un plan de ayuda ambicioso y costoso. No obstante la llegada de dinero permitió aliviar el problema inmediato de liquidez, pero no soluciono el problema de su solvencia.

Para solucionar el problema de la solvencia ha sido necesario planificar todo un esquema de actuación que modifica la faz jurídica y operativa de las cajas. Se ha reducido de manera significativa su número vía fusiones, cuyo final todavía no se alcanza y se pretende fortalecer sus balances con la llegada de capital público en una primera fase y privado cuando se pueda. Pero no me negaran que esta apelación al mercado está llena de problemas. El capital es un bien escaso, y en consecuencia las exigencias crecen, Los inversores muestran dudas sobre la calidad de los activos y sobre los criterios de actuación de los actuales propietarios. Los inversores exigen claridad jurídica y precios de derribo.

¿Cuánto valen los créditos concedidos y los activos poseídos? Mucho, si confiamos en la devolución de los primeros y calculamos los segundos a precio de adquisición. Poco si matizamos los primeros con la morosidad, la que se ve y la otra, y valoramos los segundos al precio de mercado de hoy. ¿Está la verdad en el medio? Posiblemente. Pronto sabremos si los precios de salida de estas caja-bancos han sido elevados o por el contrario han sido demasiado bajos y van a aumentar las necesidades de reestructuración.

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