Por Ignacio Marco-Gardoqui.

Nuestro vecino, Nicolás para los amigos, ha dicho que 2012 será “el año de los riesgos”. Está bien calificado pero podría haber dicho igualmente que será “el año de los peligros”. O, si se refiere a Europa, hubiera sido más oportuno decir que será “el año de las grandes decisiones”. Porque la UE no puede seguir así. No puede estar (des) gobernada por un Consejo inoperante que reúne a 27 jefes de Estado o de Gobierno, ni dirigida por dos de ellos, por grandes y poderosos que sean. Tampoco puede seguir abandonando su moneda y sus finanzas en un Banco Central al que no han dotado de directrices claras, ni de medios proporcionales a los retos a los que se enfrenta. Ni puede seguir cuarteada entre el bloque del euro y el de los díscolos, ni enfrentada entre los desaprensivos del sur y los virtuosos del norte. Si desea salir del marasmo actual y de la inutilidad frustrante debe dar un salto cualitativo en el proceso de integración, para lo cual debe olvidarse de la idea de hacerlo a 27 y ha de encontrar el liderazgo necesario para encabezar el proceso.

Eso, para Europa, pues en el caso de España será un año enormemente difícil. Nos acabamos de topar contra la pared de la recesión y lo hacemos con la mochila atiborrada de deuda. Necesitamos recomponer nuestros déficit públicos, para lo cual no hay más remedio que endurecer el ajuste. Pero todas las medidas de ajuste-ya sea mediante recortes en los gastos o a través de subidas de los impuestos-son contractivas. No crearan un solo puesto de trabajo y es más que probable que destruyan unos cuantos. Pero hay que hacerlo. E, inmediatamente después, hay que encarar la recuperación.

Hasta ahora, el Gobierno ha subido impuestos y ha recortado gastos-su impacto en la actividad es diferente pero ambas son necesarias-y lo ha hecho con una valentía inesperada. Ahora le queda el trabajo más duro. Tendrá que eliminar el miedo a contratar que atenaza a los empresarios, disipar el miedo al futuro que paraliza a los agentes sociales y favorecer la aparición de una economía competitiva que sepa incrementar nuestra presencia en el exterior.

Y todo eso sin demanda interior privada, ni reservas públicas que la sustituyan, con el consumo aplastado por el paro y la inversión atenazada por la falta de expectativas. Sin olvidar a nuestros clientes exteriores atascados y un sistema financiero que no encuentra la manera de curar sus heridas y seguir bombeando dinero al sistema.

El esfuerzo solicitado a los contribuyentes ha sido muy elevado y todos esperamos que esté al menos a la misma altura del que se autoimponga la Administración.

Aún tiene tiempo, pero los problemas son tan importantes y urgentes que no deberían demorarse las soluciones. Da la impresión que tanto Montoro como Guindos saben qué hacer, sólo nos queda esperar que lo hagan y que este 2012 no sea “el año interminable”.

Nos vemos en el foro de bolsa.

Salud y suerte en las inversiones, aún y todo este año va a resultar muy pero que muy largo.