Por…   BEATRIZ DE MAJO

 
A fines del año pasado, Robert Zoelick , en un artículo publicado en The Financial Time s, al analizar las crisis económicas en ebullición avanzó su posición al decir que los líderes económicos mundiales tienen que rebalancear sus criterios tanto como sus economías.

El gran gurú del conocimiento económico ya incluía a China en el paquete cuando se refería a la necesidad de enrumbarse en un sentido diferente. Hoy es el propio Banco garante de la estabilidad mundial quien se pronuncia, por boca de su Presidente para hacerle un llamado a China a poner en práctica importantes reformas si ese país desea mantener al menos la mitad de la tasa de crecimiento que ha manejado en las últimas tres décadas.

El tono de Zoelick fue lapidario: “las autoridades chinas saben que su actual modelo de crecimiento es insostenible”.

Tamaña aseveración en la boca de quien está dejando ya las riendas del Banco Mundial a fines de este año, en medio de la enorme turbulencia económica planetaria, suena más a un urgente mensaje conminatorio que a una simple sugerencia y le asigna a China una responsabilidad mayúscula en los frágiles equilibrios globales.

La tesis de Zoelick es sencilla: China se encuentra atrapada en una visión estrecha que le funcionó hasta el presente, pero que de no ser revisada puede derivar en un severo choque para ese país y traer consecuencias muy graves para los otros grandes actores mundiales. El reporte del Banco Mundial que se titula “China 2030: construyendo una sociedad de alto ingreso, moderna, armoniosa y creativa” no deja espacio para medias tintas. Aun si China hiciera hoy un replanteamiento de su modelo de crecimiento -dependiente de las exportaciones y basado en elevadas tasas de inversión- no podría evitar que su tasa de expansión cayera hasta niveles cercanos a 6% para 2021 y a 5% para 2030.

Y aunque el gigante asiático con tasas de ese tenor se convertiría, de cualquier manera, en la primera potencia económica mundial en menos de años, no podría evitar una crisis de grandes proporciones dentro de sus fronteras que contaminaría indefectiblemente al resto de los actores del concierto internacional.

La buena noticia es que la propuesta que adelanta el Presidente de la magna institución financiera mundial cuenta con la buena proa de quien desde inicios de 2013 se convertirá en la segunda ficha política del régimen, el Primer Ministro, detrás de Xi Jinping.

También este importante líder del Partido Comunista comparte la visión de que muy temprano debe surgir una nueva China que tenga como norte, además de los propósitos estrictamente de bienestar económico, los de expandir seguridad social, ocuparse con seriedad de los problemas ambientales, fortalecer el sistema fiscal, privatizar lo necesario, redefinir el rol del Estado, construir una gobernabilidad más responsable y más inclusiva.

Es cierto que la palabra “Democracia” no aparece en el reporte del Banco Mundial, pero, al final, de eso es de lo que se trata.

Suerte en sus inversiones…