Se está criticando mucho al Gobierno, entre otras cosas, por los recortes que va aplicar a la investigación en los Presupuestos del Estado. Es cierto que Zapatero está siguiendo una senda más bien poco acertada, pero el recorte de la investigación con fondos gubernamentales, lejos de ser un cataclismo, es de las pocas noticias buenas.

Recientemente, el economista Xavier Sala-i-Martín decía en una entrevista: “España ya no puede competir en precio ni en calidad, así que necesita innovar. Pero la innovación no es I+D. Hay que dejar esa obsesión enfermiza y no pensar en hacer un Silicon Valley II. Para mí, dos de las mejores ideas han venido del sector del café: Nespresso y Starbucks. Y otra gran idea ha sido la de Zara, en el sector textil”. Es un buen reenfoque.

La visión liberal y socialista del bienestar son muy parecidas a nivel teleológico (“sé feliz”), pero son totalmente diferentes cuando se refieren a la prosperidad. Desde un punto de vista socialista la prosperidad sólo se puede conseguir mediante el parasitismo y la visión iluminada del alto funcionario. El dictador de la producción adjudica presupuestos a sectores nacionales dirigidos desde un consejo central (Estado). El Gobierno, para sufragar tales gastos, no se apoya en la voluntad expresa del dinero de la gente, sino en los impuestos. Esto es, en el dinero que surge de la usurpación del esfuerzo productivo de otros ciudadanos. El Estado realiza transferencias forzosas de actores económicos productivos a aquellos que no lo son. ¿Y por qué teóricamente hace algo así? Porque usted, ciudadano, es demasiado ciego e idiota para ver lo que es bueno para usted. El Gobierno le saca el dinero que gana para dárselo a sectores improductivos por su propio bien.

El problema de tal lógica intervencionista es que no contempla los designios de la sociedad, sólo los de los lobbies. Directamente, la lógica del Gobierno y acólitos es falsa. Es una de las vertientes del actual capitalismo de Estado. De hecho, ante la noticia del recorte en investigación del Gobierno, algunos lobbies como la Federación de Jóvenes Investigadores / Precarios han dicho que “no están dispuestos a permitir este hundimiento de la ciencia en España, planteando, si fuera necesario, la movilización general de los científicos”. Ya ven. Ellos son los portadores y únicos representantes de la ciencia. Usan, entre otras falacias, el sistema de la pataleta: si no te dan dinero, no te lo ganes con tu trabajo, berrea, llora, corta calles e impide la libertad de los demás con movilizaciones. Monta un escándalo detrás de otro hasta que te suelten la pasta. Es una forma de extorsión a bajo grado.

Un país que funciona así nunca puede prosperar ni tener una auténtica paz social. Siempre será la guerra de los lobbies contra el dinero de la gente. Las subvenciones jamás han hecho prosperar a una sociedad, más bien al contrario. El mejor ejemplo es el del cine español. Cuantas más subvenciones recibe, de peor calidad es, porque no hay feedback del consumidor o espectador.

En un sistema de libre mercado absoluto todo va orientado al servicio. ¿Qué quiere la gente? El mercado se lo ofrecerá, y cuanta más demanda, mayor competencia, mejor precio y más opciones. Este es el proceso que convirtió a Estados Unidos en lo es ahora. McDonald’s no nació de subvención alguna. Se creó para dar a los obreros una comida rápida y barata. Ahora está en todo el mundo. El dinero que ha conseguido la empresa no lo puede igualar ninguna subvención. Es más, McDonald’s recibe dinero del ciudadano de forma voluntaria. Es un sistema de financiación armonioso, no como las subvenciones, que no son más que el robo de un actor económico (ciudadano) para ser transferido a otro que, por el propio sistema de incentivos estatales, es incapaz de producir ni prosperar. Lo expuesto para McDonald’s ha ocurrido con todas las grandes firmas mundiales de tecnología. Todas han nacido de iniciativa y financiación privada.

¿Queremos grandes y numerosas empresas de I+D+i en España? Eliminen todas las subvenciones, impuestos, barreras técnicas, laborales y comerciales para crearlas. El dinero del extranjero vendrá aquí a raudales. Cambiemos el chip de los “científicos”. Que se vuelvan emprendedores también. Ellos han de trabajar para nosotros y no para el Estado. Simplemente es lo que hacemos todos nosotros: trabajar para el cliente, para la sociedad. Menos aún han de esforzarse en hacer movilizaciones lloriqueando al gobernante de turno para que éste nos robe nuestro precioso dinero. A nosotros también nos cuesta ganarlo. Son ellos lo que han de trabajar para nosotros, y no nosotros para ellos como exigen.

En definitiva, instauremos un sistema de innovación enfocado al cliente, al consumidor final. Éste es, a la vez, el sistema que más capital humano y financiero les aportará, así como holgados beneficios. Convirtamos la ciencia en algo de todos y para todos. Los parásitos sólo perjudican al huésped (pagador de impuestos), por más “científicos” que se hagan llamar.