Por…  Beatriz De Majo C.

Los jefes de la seguridad ciudadana en Beijing han comenzado a urgir a sus colegas del gobierno a prepararse para recibir el impacto de los efectos negativos de la economía de mercado en crisis.

Su preocupación es que el frenazo de la economía china pueda comenzar a expresarse a través de signos de inestabilidad social. Muchos son los analistas que repiten que el episodio de la masacre de Tiananmen Square de 1988 tuvo como detonante una inflación de dos dígitos y el decrecimiento económico del momento.

Hoy, la solución que adelanta el politburó para evitar la expresión del descontento general aun es vaga, pero el sentimiento de que hay que actuar es claro.

Se habla en estos momentos de “innovación de la gerencia social”, una expresión eufemística que puede incluir desde formas para contener la violencia espontánea generada por el malestar social, hasta un mejor esquema de protección social para los afectados.

Estas declaraciones oficiales de Zhou Yongkang, miembro del politburó, se produjeron al mismo tiempo que se anunció el decrecimiento de la actividad manufacturera de noviembre. Y es que los últimos meses han sido escenario de revueltas sociales, incluso protestas laborales frecuentes, todas relacionadas con la disminución del ritmo de la economía y con los planes del gobierno para motorizar nuevas y más creativas industrias. La población trabajadora de la franja costera está descontenta por sentir que no cuentan con el gobierno para protegerlos de los impactos de tales cambios.

Más de 10.000 trabajadores industriales de los centros exportadores de Shenzhen y Dongguan organizaron una huelga en las pasadas semanas para protestar por la eliminación de las horas extras, la manera a través de la cual se redondean una paga que, aun así, les resulta precaria.

Los cierres de empresas que se trasladan a otros países, Bangladesh, Addis Abebea, Vietnam o Etiopía, por ejemplo, en busca de mayor rentabilidad, son también motivo de irritación y de cuestionamientos por el desempleo que provocan. Pero es que los costos laborales en el país han estado creciendo a razón de 15 a 20% en los últimos dos años, minimizando los márgenes de beneficios de las corporaciones.

La decisión de Beijing de proteger a la clase obrera a través de la obligación de las empresas de incrementar el salario mínimo en los próximos años se ha convertido en un bumerán y es otro de los factores que hace pensar a los empresarios que la grama crece más verde en otros países.

Un cambio actitudinal en la población china que, adversa las políticas gubernamentales, es otro elemento que está obligando a los líderes a buscar estas nuevas formas de gerencia social que aun operan a ciegas. Las redes sociales han contribuido a dotar de valentía a los ciudadanos y, cada día más, instan a la movilización política a los descontentos. Quienes se activan para desafiar las injusticias del sistema, algo que está ocurriendo con mayor frecuencia, hoy reciben mayores y más abiertos apoyos de la sociedad civil.

A esto posiblemente es a lo que se refería Zhou cuando urgió a sus iguales en el Partido Comunista a estar vigilantes sobre las consecuencias de la crisis que se ha instalado en Europa y la americana, las que salpicarán a la economía china, más temprano que tarde.

Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro, decía Confucio.

Suerte en sus inversiones…