Por… Juan José Perfetti Del Corral

En días pasados se divulgó el informe anual de competitividad del Foro Económico Mundial correspondiente al período 2010-2011. Los resultados de la competitividad para el presente año tienen la característica especial de que los mismos se anuncian en momentos en que la economía mundial se recupera, parsimoniosamente, de una de las peores recesiones que se hayan presentado en las últimas décadas.

No obstante esta situación, que afectó prácticamente a todos los países del mundo, las mediciones de los niveles de competitividad de este último año ilustran ciertos hechos económicos que resulta de interés analizar.

Para comenzar, se debe destacar que los tres primeros lugares del escalafón mundial de competitividad lo ocupan países pequeños. En su orden, dichos países son Suiza, Suecia y Singapur. Este hecho deja en claro que, aunque el tamaño de una economía es importante, éste no es, necesariamente, un factor determinante del desarrollo de un país.

Otro asunto que vale la pena subrayar de este grupo de líderes de la competitividad mundial es que no se requiere disponer de una gran tradición económica y política para alcanzar el crecimiento y el desarrollo. En la tradición occidental, países como Suiza y Suecia han tenido un lugar destacado en su historia económica. Esto no puede decirse de Singapur que tiene una historia muy reciente y, por lo demás, muy corta.

Paralelo a estos resultados, la economía de Estados Unidos muestra una evidente pérdida de competitividad que hace que descienda dos lugares respecto al escalafón del año anterior. Los conocidos problemas estructurales en materia fiscal y de balanza comercial, junto a las dificultades institucionales que se presentan en el sector público y el privado y el descalabro de sus estructuras financieras, han llevado a que esta gran economía evidencie sus graves dificultades económicas. Algunos analistas ven en estos hechos un presagio del fin de la hegemonía planetaria de esta nación.

En contraste con lo que pasa con la economía estadounidense, algunos países desarrollados y con gran tradición económica, como Alemania, Japón, Holanda, Gran Bretaña y Francia, presentan mejoras en sus niveles de competitividad. Esto hace aún más interesante el panorama económico que se está configurando, pues ni Europa ni Japón quieren dejar de pesar en el contexto mundial. Igualmente, los resultados de competitividad 2010-2011 muestran que los países nórdicos, que aplican modelos y políticas de corte más eclécticos, se ubican entre las quince economías más competitivas del mundo.

Otro hecho destacado es el avance progresivo que presenta China, ya que en esta ocasión ocupa el puesto 27, lo que representa una mejora de dos niveles respecto al año anterior. Con estos resultados se hace cada vez más evidente que esta inmensa y poderosa economía está llamada a cumplir, durante las próximas décadas, un papel determinante en el escenario económico mundial.

En América Latina, la economía más competitiva es, de lejos, la chilena. Este país ocupa el lugar número 30 entre las 139 economías que hacen parte del grupo de naciones a las que le hace seguimiento el Foro Económico Mundial.

Al igual que los países que ocupan los primeros lugares, Chile no es una nación de gran tamaño, por el contrario, es relativamente pequeña. Adicionalmente, este país ha sabido combinar un enfoque político de izquierda, el socialismo, con un manejo económico e institucional bastante ortodoxo. En contraste, dos grandes economías latinoamericanas, como son Brasil y México, sólo ocupan, respectivamente, los puestos 58 y 66. También resulta interesante cotejar los resultados del modelo chileno con los que obtienen países que, como Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, aplican políticas económicas inspiradas en el llamado socialismo del Siglo XXI y que se ubican en los últimos lugares del escalafón.

Suerte en su vida y en sus inversiones…