Por…  Gerald P. O’Driscoll Jr.

Gerald P. O’Driscoll es ex-vicepresidente del Banco de la Reserva Federal en Dallas y académico asociado del Cato Institute.
A los banqueros centrales les gusta usar un léxico complicado para comunicar ideas simples y el “alivio cuantitativo” (quantitative easing en inglés) es un ejemplo de esto. Significa que la Reserva Federal (Fed), el banco central de EE.UU., va a comprar bonos a largo plazo de la Tesorería de EE.UU.
La Fed lo hizo una vez: Entre diciembre de 2008 y marzo de 2010, compró $1,7 billones en bonos y valores respaldados con hipotecas de la Tesorería. Como las compras recientemente anunciadas de $600.000 millones ($75.000 millones mensuales durante ocho meses) en valores de la Tesorería constituyen la segunda ronda, a esto se lo está tildando de QE2.
La Fed espera que QE2 repita el éxito de QE1. Pero hay buenas razones para dudar de que esto suceda.
El objetivo inmediato de la compra de bonos es reducir las tasas de interés —lo cual la Fed espera que estimule el gasto, fomente un crecimiento económico más alto y reduzca el desempleo. Al comprar activos financieros, la Fed inyecta dinero a la economía. Es el equivalente electrónico a la impresión de dinero —considérelo un “estímulo monetario”.
Tradicionalmente, la Fed solo compra o vende obligaciones de la Tesorería a corto plazo —aquellas que maduran en unos cuantos días o meses. Pero las tasas de interés están cerca de cero por sobre la deuda a corto plazo de la Tesorería, entonces la Fed recurrió a la deuda de largo plazo. No había otra opción si quería inyectarle dinero al sistema.
QE1 llegó en los momentos más duros de la gran recesión, cuando el miedo predominaba en los mercados financieros. Aquellas compras ayudaron a estabilizar esos mercados. No solamente redujeron los rendimientos sobre la deuda de la Tesorería, sino que también ayudaron a reducir las altas tasas de interés sobre la deuda emitida por privados, incluyendo los bonos corporativos y las obligaciones municipales. En el léxico de la banca central, la Fed proveyó la liquidez que era muy necesitada en los mercados.
La Fed hizo la tarea difícil requerida en una recesión y pánico financiero: ayudó a acabar con la recesión y calmó el pánico. Ese es el trabajo clásico de un banco central.
Pero ahora el titular de la Fed, Bernanke, está preocupado acerca del paso lento de la recuperación. Ha sido tentado a hacer lo que funcionó una vez —pero es dudoso que obtenga los mismos resultados esta vez, porque las circunstancias han cambiado.
Las tasas de interés ya están bajas y no pueden bajar mucho más. Además, otras naciones —particularmente en Asia y en América Latina— están creciendo considerablemente y representan destinos atractivos para la inversión; las tasas de interés son más altas en esos países también. Si los retornos sobre las inversiones en EE.UU. caen más, más dinero irá a esas otras partes del mundo. Es decir, el “estímulo monetario” estadounidense causará prosperidad, pero no necesariamente en EE.UU.
Los gobiernos extranjeros y sus bancos centrales no siempre le dan la bienvenida a un veloz flujo entrante de dinero. El dinero es visto como “caliente” —aquí hoy día y desaparecido mañana. Y tales flujos veloces de dinero, entrando y saliendo de la economía, pueden volatilizar los mercados financieros menos desarrollados de esos países. Por esta razón, Brasil ha impuesto desde ya controles de capitales para desacelerar tales flujos entrantes y algunos países de Asia del Este están considerando tomar medidas similares.
La política de la Fed fue ampliamente anticipada y ya ha ejercido presión a la baja sobre el valor del dólar en relación a otras monedas (el tipo de cambio del dólar). Más caídas del dólar son ampliamente anticipadas.
Por otro lado, un dólar más barato significa que el euro, la libra esterlina inglesa, el yen japonés y el yuan chino serán más caros. Eso coloca a los exportadores de esos países en una desventaja frente a las empresas estadounidenses en los mercados globales. Eso intensifica los llamados en esos países para que se impongan controles de capitales, barreras comerciales, etc.
China es un socio comercial importante y un acreedor substancial. También queremos su cooperación en muchos asuntos sensibles como aquel de las ambiciones nucleares de Corea del Norte. El alivio cuantitativo de la Fed complica todas esas relaciones.
En resumen, la Fed ha despertado una revuelta global con su última ronda de alivio cuantitativo. Lo que pretendía ayudar a las empresas y trabajadores en EE.UU. podría causar que otros países reaccionen de manera adversa para nuestros intereses —y la Fed no parece haber considerado las reacciones internacionales antes de tomar su decisión.
Para la economía estadounidense, QE2 puede que no sea un estímulo sino un golpe.
Suerte en sus inversiones…