“…vivimos abriendo restaurantes en un lado y otro del mundo para poder respaldar esta profesión y seguir adelante, ya que el Gobierno no nos ofrece ninguna ayuda. El dinero va para proyectos de cine o moda”.

Sergi Arola – Cocinero.

Entrevista en El País

 

Sin duda, trabajar es un asco… ¿Es mejor vivir del dinero del Gobierno? Más tiempo libre, más dedicación a nuestros hobbies y más horas para la familia o para nuestros amigos. Pero también, más dependencia, más servilismo, más clientelismo político, más pobreza. Tal vez el Estado del Bienestar, o quienes lo representan, los políticos, sólo nos vendan la cara más bonita, pero el Estado del Bienestar no da para todo. ¿Los pobres, los desfavorecidos, los parias se llevan algo? ¿Y la clase media?

El sistema actual, lo que se llamó tercera vía, pretendía eliminar la cara oscura del capitalismo -el del estado depredador- a la vez que daba más oportunidades a los menos favorecidos. El resultado ha sido un sistema mucho peor y cruel. El dinero se ha sustituido por las influencias y las amenazas de los grupos de presión. Todo lo que se hace en política y articula el Estado del Bienestar obedece a presiones de grupos empresariales, sociales y políticos. No tiene nada que ver con el capitalismo. Éste es el intercambio de bienes y servicios de modo voluntario y pacífico.

La cita del Arola es el paradigma de esta sociedad. Él es cocinero. Cree que su sector es mejor que el cine y la moda. A la vez, en el sector del cine, creen que ellos son más necesarios que los cocineros, que siempre los hay. Los de la moda piensan que la gente ha de vestir e ir a la última; ha de ser un derecho, por el que el Gobierno ha de pagarles. Los banqueros opinan lo mismo sobre su sector, lo mismo sucede con el del automóvil o el de las grandes empresas ecológicas.

El Estado del Bienestar es el auténtico sistema depredador donde todos quieren vivir a costa de los demás sin que ninguno se haga responsable de sus propios actos. Como decía el gran economista Frédéric Bastiat: “El Estado es la gran ficción a través de la cual todo el mundo trata de vivir a cuenta de todos los demás”.

La última muestra de cómo el Estado del Bienestar premia la irresponsabilidad, al inútil, y sólo distribuye el dinero del ciudadano entre los lobbies y genera pérdidas netas totales, ha sido la iniciativa gubernamental del FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria). El capital inicial del FROB consta de 9.000 millones de euros (6.000 provienen de fondos públicos y 3.000 de los actuales Fondos de Garantía de Depósito). El Fondo se puede ir endeudando en varias fases y, con autorización de la ministra de Economía, puede multiplicar su capital público hasta por diez (60.000 millones de euros).

Algo así supondría un 6% adicional de déficit público. Este dinero ha de salir de algún lado. Y sólo puede hacerlo: reduciendo o eliminando deducciones -si los 400 euros ya se han quedado en nada, al “cheque bebé” le quedan cuatro días-, y subiendo impuestos directos e indirectos de forma acentuada, tanto a particulares como a empresas. Dicho en román paladino: todos pagamos más y recibimos menos. Bueno, no todos. Los malos gestores empresariales son consumidores de impuestos totales, ellos ganan.

Al subir los impuestos, más dinero se desviará a la economía sumergida, la demanda interna del país bajará, la pobreza de la clase media aumentará y, evidentemente, la recuperación económica no llegará en un corto plazo. Evidentemente, todo esto no afectará muy positivamente al rating de España, por lo que el coste de la deuda podría aumentar.

Imagínese que algo así se hace en mayor o menor medida sobre el sector del turismo, automovilismo, moda, cine… o que a nuestro chef, Sergi Arola y amigos, les empiezan a dar nuestro dinero. El principal cliente de las empresas ya no seremos nosotros, sino el Estado. Todas ellas quedarán subordinadas a sus designios en lugar de a nuestras necesidades. Transferencias de capital forzosas de particulares y empresas hacia el Estado y que éste vaya distribuyendo según el peso del lobby de turno.

El resultado es el actual. Un capitalismo de Estado donde todos los actores económicos, la sociedad, sirven como instrumento para beneficiar a unos privilegiados rentistas estatales por el supuesto bien común. El gran estado depredador, sin duda, es el Estado del Bienestar.