Ahora que ya llevamos 6 años de Gobierno socialista creo llegado el momento de hacer balance. La primera legislatura de ZP se caracterizó por las bonanza económica, eran tiempos de vino y rosas, se creó un nuevo derecho, el de la dependencia, vivimos la refriega por Endesa (primera eléctrica española en otros tiempos), crecimos por encima de la media europea, vimos reducidas las ayudas europeas, sufrimos, el peor dato de esa época, un aumento considerable del déficit exterior, que superó el 40%, vimos elevar el salario mínimo hasta los 600 euros, también una tímida reforma laboral “para la mejora del crecimiento y el empleo”, así la calificaron tanto patronal como sindicatos.

A continuación, la crisis, y el intento de gestionar la nueva situación, ha consumido las “energías” de los dos primeros años de la segunda legislatura. Se han debatido y aprobado un sin fin de medidas para combatir los efectos de la nueva situación, medidas cuestionadas tanto dentro como fuera de nuestras fronteras (Comisión Europea, Fondo Monetario Internacional, Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico…) hasta el extremo que nuestro país se ha convertido en uno de los que más tiempo va a necesitar para salir de la recesión, tanto que Bruselas nos ha puesto una reválida presupuestaria que deberemos pasar en 2013, si no la pasamos, la alternativa es que nos quedemos fuera de la Europa del euro.

La crisis no ha hecho más que poner de manifiesto la debilidad de nuestra economía, aunque Zapatero se pavonease, nada menos que ante el G-20, de la solidez de nuestra economía y de la solidez de nuestro sistema financiero, donde de meros invitados pasamos a ser miembros  “de facto”.

Hubo reproches, muchos, pero los efectos de la crisis se centraron en la parte más débil de nuestro sistema, el empleo, y el Ejecutivo con demasiadas prisas comenzó a aprobar una serie de medidas de eficacia dudosa o nula.. El objetivo era inyectar 10.000 millones de euros en nuestra economía. Se devolvieron 400 euros a trabajadores, pensionistas y autónomos que pagasen el IRPF. Esta medida costo unos 6.000 millones de euros y fue el comienzo del aumento del déficit público pese a pensar que el superávit con el que se partía sería suficiente para atender las necesidades, recuerdo que entonces nuestros gobernantes afirmaban que el paro “sólo subiría hasta el 10%”.

El diálogo social se rompió y se ha necesitado más de un año para reconducir el tema y esto se ha producido por las enormes presiones tanto internas como externas que han pasado meses exigiendo a ZP una reforma laboral ante el grave problema del paro.

Los datos macroeconómicos no dejan lugar a dudas, 2008 terminó con un pobre 0,9% de crecimiento. Finalmente nuestra economía entró en recesión en 2009 que acabó con una alarmante caída del 3,9%. España es ahora más pobre, el déficit público del 2008, un 4,1% del PIB ha pasado a un alarmante 11,2% en 2009.

El paro está aún peor, la tasa no sólo se acercó al 10%, sino que la superó y casi la dobló, acabando 2009 con casi 4,5 millones de parados.

Con esta situación entre las manos, el Gobierno comenzó a aprobar una serie de medidas: el FROB, que no es más que un fondo que garantiza la viabilidad del sistema, se abrieron nuevas líneas de apoyo del ICO y del Tesoro Público para pequeñas y medianas empresas y vivienda protegida (35.000 millones); un Plan Renove para casas e infraestructuras hoteleras (2.500 millones), se apostó por el vehículo eléctrico, el Plan Vive (1.500 millones) y claro está la obra cumbre, el “maravilloso” Plan E que movilizó 11.000 millones y creo más de 400.000 puestos de trabajo, pero sus efectos sólo fueron temporales.

De esta forma nos hemos comido el superávit de la época de bonanza, no sólo nos lo hemos comido, nos hemos endeudado mucho y esa “hipoteca” la tendrán que pagar las generaciones futuras. De esta situación desastrosa sólo la Seguridad Social ha mantenido el tipo, aunque se vislumbran síntomas de preocupación sobre su capacidad de financiación futura.

Con todo esto, el Gobierno debe “hacer los deberes” para que en 2013 podamos seguir en la senda del euro. Deberá reducir el déficit público por debajo del 3% recortando la deuda pública. El recorte de 50.000 millones en el gasto de todas las Administraciones es fundamental.

La otra vía es aumentar la recaudación, medida difícil si no se reactiva el consumo, y los 1.900 millones que esperan recaudar con el aumento del IVA parecen calderilla por lo que no sería de extrañar que a la vuelta del verano viéramos alguna propuesta de aumento de impuestos (alcohol, tabaco y carburantes), nos volvieran a presentar la propuesta de retraso de jubilación y alguna que otra medida subsidiaria de la nueva Ley de Economía sostenible, con la que se quiere cambiar el modelo económico, sin olvidar la exigida reforma laboral.

Papeleta difícil para cualquier gobernante y más para quien ha demostrado no tener los redaños suficientes para reconocer abiertamente el fracaso de las medidas tomadas hasta el momento.


Salud y suerte en las inversiones, las vamos a necesitar.