Los dividendos se están incrementando en las principales compañías a nivel mundial, pero la acumulación de liquidez está acumulándose aún más rápido. El pay-out, porcentaje de ganancias que se distribuye entre los inversores, ha estado cayendo en los últimos cuatro cuartos. Está ahora al nivel más bajo desde 1936.

Esto está llevando a algunos analistas de mercado a preocuparse por las compañías con altos niveles de liquidez, ya que pueden verse tentadas a movimientos de expansión y de adquisición con poco o ningún sentido estratégico. Sería mejor, afirman algunos, si se les diera ese dinero a los inversores y se les permitiera que ellos eligieran donde quieren invertir.

Especialmente en un periodo en el que los activos libres de riesgo tienen una rentabilidad tan baja, es probable que sea difícil para las compañías evitar la tentación de buscar mayor rentabilidad en inversiones de más riesgo. “La probabilidad de gasta el dinero en una mala inversión, se está incrementando según sube el excedente de liquidez”, afirmó recientemente el gestor Daniel Peris.

Pero ¿por qué las compañías están acumulando esa liquidez?, ¿y por qué los inversores no están levantando su voz en contra de los ejecutivos que la están acumulando?

La respuesta a ambas preguntas se puede encontrar en un reciente suceso: La crisis financiera.

La congelación del crédito de mercado a corto plazo, que muchas compañías usan para financiar sus gastos corrientes, tales como los suelos y salarios, y los inventarios, incrementaron de forma importante el valor de la liquidez. Si hubiera un próximo “credit crunch”, tener liquidez podría ser la diferencia entre sobrevivir o quebrar.

La acumulación de liquidez también significa que las compañías no se están expandiendo tan rápido como cabría esperar, seguramente, por una visión temerosa del futuro.

Generalmente, cuando los tipos de interés caen, existen una importante abundancia de ahorros disponibles para la inversión corriente y el consumo futuro. Pero los bajísimos tipos de interés de EE.UU. son fruto de un intento de la FED de estimular la economía. Los ejecutivos de nuestras más sofisticadas compañías no tienen la impresión de que los americanos estén ahorrando mucho, ni que ellos tendrán abundante liquidez disponible para gastar en el futuro.

La crisis financiera también puso a muchos minoristas nerviosos. La década perdida en el mercado de acciones, ha provocado que los inversores tengan la sensación que ellos no podrán tomar mejores decisiones de inversión que los insiders de las propias compañías, por eso no les demandan que incrementen los dividendos.

Este nerviosismo sobre el buen juicio para tomar decisiones de inversión, puede crear otro reto para los jefes financieros. Ellos pueden encontrar que atraer nuevo capital ofreciendo acciones es demasiado caro. Muchos bancos, por ejemplo, aprendieron durante la crisis que tenían que ofrecer acciones preferentes extremadamente caras para atraer nuevo capital. Mejor tener liquidez en la mano que tener que ampliar capital en un mercado que podría exigir demasiado. 

Cuando la oferta de capital futura y el crédito es incierto, la supervivencia empresarial puede depender de la liquidez que mantenga la compañía. En efecto, las empresas encaran el mismo miedo que muchos propietarios de viviendas –miedo de una ralentización económica, imposibilidad de acceder al mercado de crédito, pérdida de ingresos- y responden de la misma forma: Incrementando su ahorro y disminuyendo su dependencia del crédito.

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