Por  Moisés Romero.

“Compra de bonos sí, compra de bonos, no por parte del Banco Central Europeo. Días decisivos, semanas decisivas, año decisivo para el futuro del euro y de la Unión Europea. Es lo que leemos en los periódicos, vemos en las televisiones y escuchamos en las radios. Todo ello, trufado con juegos de esgrima entre los políticos europeos. Incluso algunos, como los españoles e italianos, echan un pulso a la Canciller Merkel. La retan con el todo o nada Ha vuelto el espectáculo, el circo político, con unas Bolsas desnudas, que suben por la ausencia de posiciones cortas, pero desnudas, porque no tienen ni un euro para comprarse ropa. Suben los índices sin saber a dónde suben ni por qué lo hacen. Ese es el otro Gran Espectáculo de este verano que se muere. Vuelve el placebo, el burdo y sucio manejo de las expectativas. Mirar para otro lado, mientras el paro avanza, la tensión social crece, el dinero de los Estados va para los bancos y la maquinaria económica chirría, del óxido que acumula. Sí, una economía lista para el desguace. A nuestros clientes les decimos que no hay horas, ni días, ni semanas, ni años decisivos para el futuro del euro ni para el futuro de Europa. Estamos en una Crisis Sistémica, que comporta sangre, mucha sangre, mucho sudor, muchas lágrimas. Y así seguirá por mucho tiempo, pese a los juegos malabares de los mercados, las trampas en el solitario de las cuentas de Estados, Administraciones, Comunidades, Empresas, Familias e Individuos. El euro seguirá, como Europa, pero de manera diferente. No, no hay horas, ni días, ni semanas, ni meses ni años decisivos para el furo de Europa”, me dice uno de mis gurús favoritos.

He escrito en alguna ocasión que En Las Trampas del Deseo (Editorial Ariel) Dan Ariel y afirma que el engaño para activar el efecto placebo tiene que existir, aunque sea deshonesto, porque beneficia a mucha gente. Este especialista en psicología del consumo sostiene que también existe en las compras: percibimos los beneficios de un producto, ante la expectativa de su eficacia, antes de abrir el monedero. Placebo procede del latín y se traduce por complacer. El término se utilizaba ya en la Edad Media para designar los lamentos que proferían las plañideras profesionales en los funerales, pero poco a poco fue utilizándose en el ámbito médico. Ya en 1811, Hooper, en su Diccionario Médico lo definía “como cualquier medicamento prescrito más para complacer que para beneficiar al paciente. Hoy, el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) señala que “es una sustancia que, careciendo por sí misma de acción terapéutica, produce algún efecto curativo en el enfermo, si este lo recibe convencido de que esa sustancia produce realmente tal acción…” Esto, a propósito del Cambio que se pregona en EE UU tras la victoria de Obama. Los participantes en los mercados y los mercados, como tal, están ansiosos de agarrarse al clavo ardiendo de las mejores expectativas, aunque son conocedores de las dificultades el momento. Son momentos de rogativas y de oratoria, de elocuencia sublime.

Las primeras conclusiones de los experimentos sobre el dolor del Instituto de Tecnología de California han revelado que la palabra, el Don de la Palabra, también puede actuar como placebo. Si a alguien se le dice que sufrirá una descarga menor que la que se le aplica realmente, la persona siente menos dolor. La Bolsa está llena de curaciones con placebo, unas veces se trata de agua azucarada, otras de palabras que salen de la boca de prohombres o magos de la sociología, auténticos especialistas en la cultura de masas. Hay también en la Bolsa, brujos y santeros. Chamanes que acarician las manos de las personas que piden ayuda y que con este contacto se sienten aliviadas.

Pocos días antes de morir mi padre le pregunté por qué seguía empeñado en acudir a un curandero de un pueblo cercano. “Cuando me toca siento alivio y quizá pueda curarme”. Mi padre estaba convencido de lo que hacía, porque mantenía viva la expectativa de una súbita recuperación de su salud totalmente deteriorada, de curación imposible, algo que luego sucedería, aunque de manera más súbita, con mi difunta madre. Dicen los entendidos que si una persona confía en el poder curativo del tratamiento, aunque sea a base de brebajes amargos, y está animado a llevarlo a cabo, éste será más eficaz. Salvo que no haya posibilidad de retorno, que es lo que suele suceder con frecuencia.

Es el manejo de las expectativas lo que mantiene vivos, pendientes, con los ojos abiertos, a unos y a otros. En los últimos dieciocho meses, los grandes chamanes de las Bolsas han rociado con placebo y otros brebajes los principales enclaves de los mercados, porque, ante todo, han tratado de complacer a un alto número de participantes que entraron en plena luna de miel y que, sin darse cuenta de lo que se les echaba encima, beben ahora la hiel del fiasco. Pero quieren intentarlo de nuevo a propósito de la apuesta que prepara el Banco Central Europeo con su compra de bonos. Placebo para todos y en todos los rincones. Dicen que tiene efectos terapéuticos, pero que es incapaz de sanar una mano rota, un corazón partido o un tumor de pecho, es decir, algunos de los males que afectan a la Economía Global.

De nuevo ¿cuántas van en los últimos siete años? manejo de las expectativas, en fin: todo irá a mejor y la Crisis sistémica estará superada más pronto que tarde. Placebo y mantra, para que la bicicleta económica de piñón fijo pueda levantarse, como mal menor.

A propósito ¿cree usted que las dotaciones millonarias de dólares y de euros de los bancos centrales son dinero cierto o simple placebo? Yo ya no sé que pensar.

Foro de bolsa, un saludo.