Era difícil imaginar en 1970, cuando se proclamó la política de planificación familiar, que la política de “un solo hijo”, a la vuelta de 30 años, se iba a convertir en tan enorme peso para las parejas jóvenes. Quienes nacieron en aquellos días se encuentran hoy con una carga muy difícil de manejar, toda vez que sobre los hombros de una pareja de corta edad recae la responsabilidad financiera de mantener a sus padres y a sus cuatro abuelos.

Esta fórmula de 4+2+1, así se denomina al esquema a que nos referimos, lo que significa es que los matrimonios cuyas edades son cercanas a 30 años hoy, deben proveer para el sustento y bienestar de 7 sujetos.

Este sistema de velar por los mayores a través de este modelo de dependencia financiera funciona en el caso de que el nivel de bonanza de la pareja joven llegue a ser holgado.

El matrimonio debe, además, disponer del tiempo necesario para velar por los padres mayores, con frecuencia alejados geográficamente del núcleo familiar. Y todo ello, al tiempo que tienen que realizar un esfuerzo superlativo por dotar al hijo único -ojalá varón- con una educación de calidad tal que le permita, a su vez, hacerse cargo de todos aquellos dependientes que le toque, cuando llegue la hora del retiro a padres, abuelos y hasta bisabuelos.

El número irá in crescendo , ya que una prolongada longevidad es, al mismo tiempo, un fenómeno natural y un objetivo nacional.

Los números son elocuentes. Si en 1982 la proporción de mayores de 65 años en la sociedad era del 5%; y en el 82, de 7,5%, para 2025 hay que prever que los sexagenarios superen una sexta parte de la población. Y si a esto le agregamos que la seguridad social solo da cobertura a los empleados gubernamentales y a las grandes empresas transnacionales, 70% de la población se encontrará en situación de dependencia financiera de las generaciones de relevo. Son los padres, entonces, y los abuelos de hoy en China quienes deben hacer frente a penurias y a soledad cuando llega el invierno de sus vidas.

La falta de una política social adecuada para la tercera edad en un país que se proclama orgullosamente socialista ha generado en 30 años una distorsión perniciosa que tiende a exponenciarse con el paso del tiempo. Si en 1979 hubo 6 millones de familias chinas que fueron certificadas para la política de un solo niño, los nacidos en ese año tienen la responsabilidad financiera hoy sobre 42 millones de chinos familiares suyos, lo que es la consecuencia de esta estructura familiar de 4+2+1 que penaliza a las nuevas generaciones.

Pero el problema es mucho más complejo que la presión económica sobre los jóvenes en edad de formar familia.

El gobierno enfrenta el reto de equilibrar el crecimiento poblacional con el derecho humano a la reproducción. Y más que ello, enfrenta la necesidad de proveer estabilidad y seguridad a una población que se vuelve a cada día más vieja y más pobre en el interior del país. A la fecha, 155 millones de chinos sobrepasan los 65 años y serán 220 millones en 2020.

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