Ayer tomó posesión del cargo el nuevo presidente del EEUU, Barak Obama. Menudo panorama económico que se encuentra: el paro galopante, los tipos oficiales en el 0%, el crack inmobiliario y el crash del sistema bancario…

Parece que hay prisa por aprobar el “paquete de impulso fiscal”, que podría ascender a  casi 800.000 millones de dólares, ¡un 5.5% del PIB americano!, a desarrollar en los próximos dos años y con el objetivo de crear o mantener 4 millones de puestos de trabajo.

La pregunta que todos nos hacemos: ¿Cómo afectará este gasto a las finanzas públicas de la primera economía del mundo? Difícil de contestar, ya hay previsiones realizadas por la Oficina Presupuestaria Americana, previsiones que, sin tener en cuenta el plan de Obama, no son muy alentadoras. Sólo con el dinero ya aprobado en los programas de rescate financiero (500.000 millones de dólares) y teniendo en cuenta la caída de los ingresos y el aumento de los gastos por la recesión, el déficit en EE.UU. superaría en el año 2009 el 8% del PIB. Posteriormente (en teoría),  si mejora la actividad económica y si mejora la actividad finaciera (nótese que ya son suposiciones muy optimistas) el déficit bajaría al 5% en 2010, y llegados al año 2010 se situaría por debajo del 2%. Si a estas previsiones le añadimos los 800.000 millones del “plan Obama”, los números ya no son los mismos, así a bote pronto el déficit para el 2009 sería del 11% del PIB y para el 2010 del 7.6%.

Para más inri, hay una serie de deducciones fiscales aprobadas por el pasado gobierno del presidente Bush a principios de esta década, que en teoría expiran en 2011, pero que Obama ha dicho que podría mantener si persiste la situación actual de la económica norteamericana. Con todos estos datos en la mano, el déficit de EEUU difícilmente bajará del 4% durante el próximo quinquenio.

¿Cómo pagar todo este déficit? Descartada la opción Zapatero de subir los impuestos, la única vía para financiar ese ingente déficit son las emisiones de deuda pública. Demasiado papel y  a un interés muy bajo…

Así las cosas tan sólo nos queda creer en el nuevo presidente y en su slogan de campaña “Yes… we can!”, podremos, pero nos va a costar, vaya si nos va a costar y no sólo a los americanos.

Saludos a todos y suerte al nuevo presidente, la va a necesitar.