Por… Beatriz de Majo

El conocido dumping practicado por las empresas chinas fabricantes de calzado en su comercialización externa tiene muy penalizada a la industria en distintos países de Latinoamérica y al propio tiempo, tiene muy a la defensiva a los comerciantes que atienden el sector, particularmente en el segmento de las grandes marcas. Son muchas las fábricas locales que tienen que enfrentar la competencia desleal de las importaciones de China de muchos rubros manufactureros, pero en el terreno del calzado esa competencia es flagrante y puede contribuir a destrozar al sector doméstico que se esfuerza por ser eficiente. El precio promedio de un par de zapatos exportados desde Guandong en este primer trimestre del año es de 2,7 dólares y colocaron en el mundo 260 millones de pares.

Países como Brasil, Argentina, México y Colombia, con industrias fuertes de calzado les ha tocado emprender investigaciones antidumping pero los procesos de demostración fehaciente del daño que tales importaciones causan son costosos, largos y pueden terminar en resultados estériles, si las autoridades no apoyan a los productores en su gesta protectora. En estos cuatro casos y en el de Venezuela y Perú igualmente, la batalla ha sido emprendida por los productores afectados por las importaciones ultra-baratas y de baja calidad. Las entidades oficiales antidumping, en algunos casos, han acordado aranceles compensatorios para elevar el valor del calzado importado hasta un nivel en el que pueda mantenerse un nivel razonable de competencia, o han establecido precios mínimos de importación: es el caso de Argentina, Brasil, Colombia y México. Otros han establecido licencias no automáticas para la adquisición foránea de calzado, lo que permite monitorear los precios que se practican en el sector.

Pero en la acera de enfrente de los productores se encuentran las empresas comercializadoras de marcas que argumentan que una postura exacerbada de defensa de lo nacional puede tornar inviable el negocio para las grandes marcas y hacer desaparecer de los mercados al calzado de tecnología más avanzada, como por ejemplo el deportivo. La lucha es a puñal entre la industria y el comercio, este último favorecido a su vez, por las grandes transnacionales del calzado como Nike y Adidas que utilizan todo su poder de cabildeo contra el establecimiento de medidas que combatan las prácticas desleales chinas.

En Argentina se ha llegado a determinar este año que el margen de dumping en algunos calzados provenientes del país asiático puede llegar al 157,74%. Esto lo que significa es que el zapato que Argentina importa por un valor de 10 dólares en China se comercializa en cerca de 26.

Debido al enorme daño que este fenómeno está ocasionando a las industrias domésticas lo que hace falta a nivel de la región latinoamericana es una acción articulada de los países afectados por las prácticas restrictivas chinas en el sector a ser emprendida, incluso, ante la Organización Mundial del Comercio. Hasta el presente ello no ha sido posible aunque Brasil, interesado en ocupar el sitio ganado por China en el sector calzado, haya intentado servir de pivote en esta causa para todos sus vecinos.

 

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